Gerardo A. Pérez Obando, (Gapo)
LA VOZ DE GOICOECHEA.- En los primeros años de la década de 1960 la familia de Víctor Julio arribó a Goicoechea. Meses después enrumbaban al este hacia las montañas del distrito de Ipís. Nunca habían puesto un pie en la zona y solo por referencia sabían hacia donde iban. La colonia Rodrigo Facio Brenes los adoptó como a todas las razas que perseguíamos un sueño. Paralelamente, dos kilómetros al este, ciudadela La Mora también comenzaba a recibir estirpes.
El excesivo frío, producto de la ubicación entre cafetales y macizos, se acrecentaba al proceder de una franja caliente como Alajuela la cual tuvieron que abandonar ante falta de fuentes de trabajo.
Era el prototipo de familia con diez hermanos; cinco mujeres e igual varones. Víctor Julio era el menor. Permanecieron unos meses en Guadalupe debido a que sus padres instalaron una fábrica de blocks alentados por el hijo mayor quien se desempeñaba como maestro de obras establecido y reconocido. Por ahí nació su vocación laboral. Después de cumplir con el horario escolar pasaba a fabricar blocks en una máquina que había adaptado a su estatura.
En la mente de nuestros padres, los colonos y sus hijos mayores, los pioneros, están grabados los momentos inolvidables de hace 60 años cuando aceptaron el reto de asentarse en tierra extraña ante la necesidad de vivienda y falta de recursos.
No existía carretera, era una vereda con una vía que no imaginamos como sobrevivía hasta Rancho Redondo. No había medio de transporte formal. El servicio era brindado por un híbrido metal/ madera con asientos cuya prisa no era llegar al destino sino llenar el vehículo con la mayor cantidad de pasajeros por lo que las llamaban “cazadoras”.
La situación económica y dificultad de salida hizo que los pioneros comenzáramos a interactuar de manera natural con lo único que teníamos en común, haber coincidido en la colonia. Debido a la divergencia de edades dio inicio a la primera segmentación.
Se mezclaba una juventud mayormente trabajadora con otra colegial incipiente. Las comunicaciones estaban en desarrollo cuyo representante era el telegrama. La televisión, en blanco y negro iniciaba sus pasos. Crecimos jugando al aire libre y de independencia quedamos marcados por trompos, chistes, bolinchas salvo el tarro, mejengas. Era común reunirse en las esquinas hasta altas horas de la noche de la época.
Época de transición musical; de orquestas, Billo’s Caraca’s Boy’s, Los Melódicos a baladistas mejicana/os, Angélica María, Enrique Guzmán, Alberto Vásquez, culminando con los cuatro Grandes de Liverpool, “The Beatles”. En el dial destacaban Radio Popular, Radio Libertad, La Voz de Atenea, Radio Juvenil…
Víctor Julio, se dedicó a la construcción de lo cual obtuvo buenos dividendos y mejores resultados. Cambiaron las mejengas por equipos de futbol y campeonatos organizados. Alineó con los equipos Lisboa, Los Ángeles, El Santos.
Franklin Quesada (+), Gerardo Hernández, Rodolfo Rojas, Mario Herrera (+) y Víctor Julio forjaron un cuarteto de vecinos más que amistoso de fraternidad. Franklin, antes de un partido daba instrucciones previas. Golpeándose el pecho dijo: Chela, adelante, señalando a Víctor Julio prosiguió, Timoteo atrás. Sin sentir el frío del agua bautismal que le caía, en ese momento cambió su nombre.
Timoteo cuenta que rondaba 17 cuando una bella joven de 15 primaveras, Juanita, se cruzó en su camino. Cuatro años después estaban frente al altar y gracias a Dios aún están juntos y con salud. Nunca le molestó que le llamasen así. Con los años el viento se llevó el “teo”. Actualmente es conocido como Timo.
Recientemente arribó a 76 años y con valentía confiesa que algo queda de la época pleitera de juventud cuando visitaba las cantinas en busca de acción. Sin embargo, viven presentes en su mente nombres de bares, cantineros, boqueros y bohemios. El Ticos Bar, Santos y El Chino. Sandi’s Bar, don Neftalí (+). El Veteranos, don Rafael Hidalgo (+) y doña Inés (+). La Plaza, Meza (+). Los Ángeles, Lulo (+). El Prado, don Rogelio y doña María.
Su voz se quebró un poco al recordar tres amistades que se adelantaron al viaje, Chela, “Marito” Herrera, Ulloa, aunque volvió a entonarse cuando se acordó de Arturo el infaltable guitarrista de ocasión donde mencionó con reservas las múltiples experiencias de serenata.
Hace 30 años decidió cambiar radicalmente para bien. Por salud, sin terminar decidió tirar el último cigarrillo y alejarse del licor.
Siempre se interesó por el comercio. Por ese motivo vivió un tiempo en San Carlos. Sin embargo el destino le reclamó, colaborando a conseguir uno establecido en el pueblo de su juventud.
Nunca dio marcha atrás y el hecho que solo tenía parte del capital no fue motivo para lograrlo.
Si quiere conversar con la leyenda, Timo vive tranquilamente en la colonia Rodrigo Facio Brenes en la curva superior este de la avenida Víctor Méndez, a la izquierda, en la pulpería Mini Max.
Recuerdo el negocio desde mi adolescencia, creo que es la veterana del sector. Con decirle que aún sin rótulo es la referente para direcciones que damos los vecinos.
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2 Comentarios
Mi buen amigo y vecino Víctor Julio (Timo) con quien me doy grandes conversadas recordando el pasado. Y no es mentira, a veces voy al "Mini - Max" a comprar un kilo de azúcar y me estoy casi una hora conversando. Invito a que hagan lo mismo en las tardes.
ResponderBorrarSabía que se llamaba asi porque cuando jugó para El Santos yo estaba en la junta directiva, me pareció un buen reportaje porque un día alguien me corrigió: "¿Poir qué le dice Víctor Julio a don Timo?. A como lo estimuló la historia de "Chela", otras personas se han acercado porque al igual, pocos conocen el nombre real...
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