Por Alberto Cabezas
LA VOZ DE GOICOCHEA. - “Argentina siempre defendió la vida humana desde la concepción en el seno materno y así fue legislada. Esas leyes no han sido derogadas por lo tanto siguen vigentes y hay que respetarlas. Esto recién comienza, traerá una lucha tremenda en nuestro país que estamos dispuestos a pelear con la pluma y la palabra”, puntualizo Adriana Delicio , Abogada del Registro de abogados del niño de la Suprema Corte de justicia de Mendoza Argentina, Integrante del Partido Valores Mendoza.
“La ley 27.610 de interrupción voluntaria del embarazo es inconstitucional y así ya se ha planteado ante juzgados de Argentina. En nombre de todos los que protegemos la vida desde la concepción en el seno materno y hasta la muerte. Sin ninguna duda, la ley citada no solo no ayudará a las mujeres que dice defender, si no que generara conflictos inusitados. Nace destinada a su fracaso”, sentenció Delicio.
Agregó, “Citando a Marcos Aníbal Rougés, abogado matriculado en la Justicia Federal argentina ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación al Libro 93, Folio 71, “Consideramos que la vida humana es un valor en el que no sólo debemos vernos reflejados como personas, sino como civilización. La historia de la humanidad es también la historia de la evolución de la vida humana como un valor superior, desde ser los seres humanos piezas prescindibles conforme a la voluntad de los poderosos, hasta ser el eje central de la civilización actual. Un valor que debe estar por encima de toda parcialidad. Por ello vemos como un retroceso cultural todas las posturas que relativizan el valor de la vida humana”.
Con esta política conservadora conversó el Periódico La Voz de Goicoechea.
¿Según la Constitución de Argentina donde comienza la vida?
La vida humana, conforme al estado actual de nuestros conocimientos, comienza con una concepción y siempre se desarrolla en el vientre materno. Pero es vida desde ese momento, y al ser humana, se trata de una vida humana.
Esto no puede ser sujeto a relativismos ni reduccionismos.
Desde esta convicción, las cortapisas fundadas en la mayor o menor edad de desarrollo de esa vida humana como fundamentos para su interrupción en nombre de que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, nos parecen falaces y peligrosos.
¿Porque el Partido Valores Mendoza apoya los derechos de las mujeres?
Reivindicamos la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos y de oportunidades, y la postulamos como inclaudicable.
Pero no estamos de acuerdo con que en su nombre se invoque la supresión de vidas humanas.
Como primera observación inicial con relación a las características inusuales del homicidio implícito en cualquier aborto, debemos decir que el tema, al ser enfocado desde la perspectiva de todos los ya nacidos, y con horizontes vitales próximos a su ocaso, está mal planteado y por eso muchas veces mal resuelto en casi todas las discusiones relativas a la cuestión.
En efecto, cuando alguien muere –esté en el seno materno, en una cuna, en una cama de hospital, en la calle o donde sea, y haya sido un don nadie o un Premio Nobel- lo que se cancela irremisiblemente es su futuro, y no su presente ni su pasado. Lo hecho por un Premio Nobel no desaparece con su muerte.
¿Se debe defender a la madre o el niño por nacer o ambos y cómo se hace frente a la posibilidad del aborto?
Así, la defensa de la vida no tiene la pretendida relación que se hace con el estado de desarrollo de la víctima, sino con el futuro del que se le priva. Y es una verdad de Perogrullo que cuanto más joven es el fallecido, mayor es el futuro del que se ve privado. Así, todas las discusiones sobre si el nonato debe ser llamado embrión, feto o bebé, si está en tal o cual semana, sí que le arranquen los brazos con una tenaza le duele o no, si es o no viable fuera del vientre, si sabe o no recitar poesías (hasta eso se dijo para justificar abortos) … etc., etc., son planteos accesorios de uno y otro lado, y muchas veces -en el caso de los abortistas tendientes a ocultar lo básico:
Que siempre e indefectiblemente, hay todo un futuro que alguien arrebata al único dueño de él y llamado a gozarlo, que es el bebé, sin su consentimiento.
Ningún bebé, si pudiera hablar, querría morir antes de haber nacido.
Seguramente si los bebés en gestación pudieran hablar, votarían por que en todo caso se eliminara a quienes ya han vivido muchos años y no a quienes aún tienen todo por vivir.
Pero como ellos no hablan, quienes quieren eliminarlos seleccionan cuidadosamente como supuestamente relevantes, las características que excluyan del universo de probables víctimas de la norma a los que votan por la muerte de los nonatos.
Y es así que paradójicamente se considera menos grave la interrupción de una vida, cuanto mayor es la carga de futuro que se elimina.
Por eso, queremos en esta acción exponer la voz de los que no tienen voz, sin referirnos a las cuestiones éticas, morales, religiosas y ni siquiera biológicas involucradas, sino estrictamente a la incongruencia del régimen aprobado con nuestro sistema constitucional vigente.
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