Versículo del día


Éxodo 3:14-15
Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”.

*Por Carlos Garfias Merlos

Comentario

LA VOZ DE GOICOECHEA. – El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo.

En realidad, Dios no cambia: es fiel a sí mismo.

El que ha creado el mundo es el mismo que ha llamado a Abraham y que ha revelado el propio Nombre a Moisés: Yo soy el que soy… el Dios de Abraham, Isaac y Jacob… Dios misericordioso y piadoso, rico en amor y fidelidad (cf. Ex 3,14-15; 34,6).

Dios no cambia, desde siempre y por siempre es Amor.

Es en sí mismo comunión, unidad en la Trinidad, y cada una de sus obras y palabras tienden a la comunión.

La encarnación es la cumbre de la creación.

Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo, se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación alcanzó su cima.

El principio ordenador del universo, el Logos, comenzó a existir en el mundo, en un tiempo y en un lugar.

«El Verbo se hizo carne».

La luz de esta verdad se manifiesta a quien la acoge con fe, porque es un misterio de amor.

Sólo los que se abren al amor son cubiertos por la luz.

Así fue en la noche de Belén, y así también es hoy que experimentamos muchas noches, la noche de la pandemia, de la violencia, de la pobreza, de la desesperanza….

La encarnación del Hijo de Dios es un acontecimiento, en la noche del mundo se enciende una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del corazón manso y humilde de quien espera al Salvador.

Dios es la Verdad, y la Verdad es Amor que pide la fe, el «sí» de nuestro corazón.

«El Verbo se hizo carne».

El anuncio de la Navidad es también luz para los pueblos, para el camino conjunto de la humanidad para vernos como hermanos como nos lo ha recordado el Papa Francisco en su reciente encíclica Fratelli tutti: El «Emmanuel», el Dios-con-nosotros, ha venido como Rey de justicia y de paz.

Su Reino —lo sabemos— no es de este mundo, sin embargo, es más importante que todos los reinos de este mundo.

Es como la levadura de la humanidad: si faltara, desaparecería la fuerza que lleva adelante el verdadero desarrollo, el impulso a colaborar por el bien común, al servicio desinteresado del prójimo, a la lucha pacífica por la justicia.

Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia es un constante estímulo para comprometerse con la justicia y con la paz mediante el diálogo, Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud, de toda violencia y de toda injusticia.

*Arzobispo de Morelia Vicepresidente de la CEM (Conferencia del Episcopado Mexicano)


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