Colosenses 3:12: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de longanimidad.
Por Alberto Cabezas
Director de Relaciones Internacionales para Centro América y México de la Asociación de Periodistas y Comunicadores Cristianos
Comentario
LA VOZ DE GOICOECHEA. Aprópiese del don de la longanimidad en tu vida y la misma cambiara ya que la misma nos dispone a no medir nuestros propios intereses en las acciones sino que pone lo más perfecto, noble, sublime y virtuoso como fin.
Nos arranca de la mediocridad egoísta moderna y nos predispone a grandes hazañas, a aventuras heroicas, a la abnegación de nosotros mismos procurando el Reino de Dios en la Tierra. Son los principios del Padre Nuestro encarnados como ideales de vida terrena.
Que Dios te permita mantener el ánimo arriba, sin quejas, frente a los sufrimientos físicos y morales, sin rencores frente a los agravios de los demás y seguros de que alcanzaremos aquello que Dios quiere para nosotros.
La longanimidad, sin lugar a dudas, es un atributo comunicable de Dios, expresa su bondad y clemencia al aguantar la maldad y persistente obstinación del pecador, llamándolo incansablemente al arrepentimiento en lugar de visitarlo de inmediato con juicio.
El Papa hace un llamado a que aprendamos de la longanimidad de Dios. “Sus tiempos son largos porque es inconmensurable su mirada de amor. Cuando el amor es reducido el corazón se vuelve impaciente, turbado por la ansiedad de hacer cosas, devorado por el miedo de haber fracasado. Crean sobre todo en la humildad de la semilla de Dios”.
El conferencista, economista, empresario, consultor y escritor Álex Rovir, líder de ventas en autoayuda y especialista en psicología de liderazgo reclamó la necesidad de recuperar la longanimidad, vocablo que apela a la generosidad, a la benignidad y a la clemencia «y cuyo desuso y olvido constituye un síntoma de lo que nos ocurre en la sociedad».
En este sentido, acudió a una célebre frase de Oscar Wilde recordando que «el egoísmo verdaderamente inteligente consiste en procurar que los demás estén muy bien para que, de este modo, uno esté algo mejor».
Según la doctrina cristiana plasmada en los textos bíblicos, la longanimidad es uno de los frutos del Espíritu Santo.
Dicha palabra proviene del latín longus (largo) + animus: (alma), por lo que significa largo sufrimiento o animo largo. Algunos la traducen como paciencia.
Una persona con longanimidad, tiene por consecuencia benignidad, perseverancia, paciencia, clemencia, fortaleza, generosidad, persistencia para enfrentarse a las adversidades, provocaciones, obstáculos, pruebas, sufrimiento y desesperación a que somos expuestos a lo largo de nuestras vidas y permanecer firme.
Si logramos tener longanimidad en nuestras vidas, tendremos la capacidad de transformar, realizar, proyectar y materializar la maldad que nos acecha en bondad que emane de nuestro corazón. Esta acción tendrá un producto que se logrará ver o percibir en mucho tiempo. Es decir, unos siembran y otros recogen. La fortaleza con la longanimidad.
El opuesto a longanimidad exacto es el desánimo.
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