Alberto Cabezas
LA VOZ DE GOICOECHEA. – El pasado 21 de diciembre de 2020, el Papa recibió en audiencia al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro, quien le dio a conocer los detalles de la causa de canonización iniciada el 10 de noviembre de 1997, en la Basílica de la Señora de la Salud, Patrona de la Arquidiócesis de Morelia México y donde descansan los restos del Venerable Tata Vasco de Quiroga.
Concluida la fase diocesana el día 24 de enero del 2014, en la Catedral de Morelia, inició el proceso en Roma en abril de ese mismo año.
Pasados los procedimientos en la Congregación, Congreso de historiadores y al Congreso de Teólogos, Congreso de Cardenales y Obispos, el Papa Francisco autorizó la promulgación del Decreto que reconoce que Tata Vasco de Quiroga vivió heroicamente las virtudes teologales, cardinales y afines, es decir, que es un ejemplo de santidad para la iglesia católica.
A partir de ahora recibe el título de Venerable, paso previo que podría llevarlo a ser declarado beato y luego santo. Es una realidad que a más de 450 años, muchas personas en diferentes regiones, tanto de Michoacán como de México, siguen teniendo el recuerdo fresco de Don Vasco de Quiroga.
En vida
Este personaje nació en Madrigal de las Altas Torres, provincia de Ávila, España, alrededor de 1470. Siendo joven, en 1511 fue investido como Caballero de la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén o de Malta.
Estudió la licenciatura en cánones en la Universidad de Salamanca, donde adquirió un profundo humanismo cristiano. Trabajó para la corte del rey Carlos I, en diferentes encomiendas, entre otras, fue juez de residencia en Orán, norte de África.
Por su gran prestigio profesional el rey Carlos le ofreció un puesto de relevancia en su reino. Después de meditarlo pidió ir a la Nueva España, siendo nombrado Oidor de la Segunda Audiencia, máxima autoridad en la Nueva España para impartir justicia. Entró a México-Tenochtitlán el 9 de enero de 1531, como integrante de la Real Segunda Audiencia de México, cargo que desempeñó por cinco años.
Siendo laico, en 1536 fue nombrado Primer Obispo de Michoacán. Desarrolló una intensa labor pastoral, impartió una amplia catequesis práctica y amable, fundó el Colegio de San Nicolás, a modo de seminario, para indígenas y españoles, adelantándose así, dieciséis años a la recomendación emanada del Concilio de Trento.
Los purépechas le llamaban Tata, es decir, papá o padre. Logró lo que expresó al poco de llegar a México: “Y yo me ofrezco, con ayuda de Dios, a plantar en estas tierras un género de cristianos a las derechas como todos debíamos ser y Dios manda que seamos, como los de la Primitiva Iglesia...”.
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