Por Alberto Cabezas
Director de Relaciones Internacionales para Centroamérica y México de la Asociación Internacional de Periodistas y Comunicadores Cristianos
Comentario
LA VOZ DE GOICOECHEA Esta semana hemos iniciado el estudio denominado “El dedo acusador” que finalizaremos el día de mañana. Es posible que en algún momento te hayas sentido triste porque se apartaron de ti porque tienes una fe que no quieres dejar a pesar de que te señalen, pues es el tema que vamos a abordar el día de hoy.
Comencemos, nuestra lección, en libro de Hechos 15 donde se narra el primer concilio que tuvo la iglesia cristiana en Jerusalén, esto fue en el año 50 después de Cristo, el asunto a tratar era si la iglesia cristiana compuesta en ese momento por puros judíos, aceptaban en el seno de la iglesia a los no judíos, es decir, a nosotros y ellos llegan a la conclusión que efectivamente desde el Antiguo Testamento Dios había profetizado, que el evangelio era para todo aquel que creyera. Entonces, se juntaron todos los pastores y lideres de la iglesia, de este tiempo y llegaron a esa decisión.
Ellos analizaban las doctrinas y se juntaban. Este es un principio que se ha perdido el día de hoy y lo que se estaba hablando, ese es un principio de que debemos de recuperar.
La iglesia a la hora de dar este veredicto en Hechos 15, ya sin limites racistas, sin limites sectarios, ahora con una visión muy diferente, comienza a abarcar todo lo que es el imperio romano y dentro de este desarrollo, sacan tres líderes cristianos, que fueron Pedro, Pablo y Santiago, que era el hermano carnal de Jesús.
Pablo realizo por lo menos tres viajes misioneros a todo lo que era el Asia Menor, Europa y funda iglesias, a las cuales le escribió cartas de instrucción apostólica como la iglesia a los Gálatas, en Tesalónica, en Corintio, entre otras.
Este hombre en el libro de los hechos hace una obra de evangelización impresionante y finalmente, Pablo es apresado es llenado a Roma, según la historia y allí escribe en Roma cuatro de las epístolas que son para nosotros un tesorero de conocimiento, de sabiduría de Dios, que es la Epístola de los Efesios, Filipenses, Colosenses y la pequeña pero sustanciosa carta a Filemón.
En el año 74 después de Cristo, Roma sufre un incendio que casi la borra del mapa, los historiadores concuerdan en que Nerón el emperador romano, fue el que provoco de una manera deliberada este incendio y le echo la culpa a los cristianos, dice la historia que miles de nuestros hermanos fueron torturados, quemados, fueron echados a las fieras.
En el año 70 después de Cristo se cumple una de las profecías más asombrosas, del nuevo Testamento cuando Jesús profetizo la caída del Emperador Romano, entra no hay víveres, no hay agua y se cuenta la historia que hubo canibalismo, era tan desesperante la situación que se comían los unos a los otros. Pero eso era parte del juicio de Dios sobre la incrédula Jerusalén.
Dice la historia que el Palacio donde Nerón vivía quemaron a tantos cristianos que en esos patios enormes los ponían como antorchas, los rociaban de combustible y los prendían para que iluminaran los jardines de Nerón. Aquello era algo grotesco impresionante, el olor a carne quemada, pero murieron miles y miles. En esos patios donde quemaron miles de cristianos, es donde se levanta y asienta el vaticano.
En cada amanecer, debemos meditar en que privilegio tenemos como cristianos, no solo de decir “soy cristiano”, sino de actuar como cristiano, aunque nos señalen por ser “cristianos” y es que precisamente la palabra testigo significa “mártir” en griego. En otras palabras, Jesús les dijo y me seréis mártires. Un mártir, es alguien que ofrece su vida por una causa. Recordemos algunas personas que fueron mártires en la Biblia, Jacobo que murió decapitado (le cortaron la cabeza por causa de Cristo), a Felipe lo crucificaron, a Mateo lo traspasaron por una espada filosa, a Santiago el menor le partieron con piedras la cabeza en dos y sus sesos quedaron expuestos, entre otros.
En la Biblia entonces se narra como la iglesia iba a ser asediada por las puertas del infierno.
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