Alberto Cabezas Director de Relaciones Internacionales para Centroamérica y México de la Asociación Internacional de Periodistas y Comunicadores Cristianos
Comentario
Entrar en el Reino de Dios debe ser lo más importante. Para ello primero hay que buscar a Jesús mientras se pueda ser hallado.
Jesús es todo lo que necesitamos.
Debemos solicitar a Dios que haga de nosotros un discípulo. Pero también como cristianos tenemos que ir hacer discípulos.
Si predicamos hoy seremos el instrumento de Dios para llevar esperanza a alguien que lo está necesitando. No te excuses solo hazlo.
Es tiempo de sacar la sal del salero tal y como lo indica Mateo 5:13. Si somos sal, debemos ayudar a los quebrantados, dar esperanza a los afligidos, anunciar libertad a los cautivos, transformar nuestra comunidad, mostrar el amor de Jesús.
Si tú eres sal…. Sal a predicar las buenas nuevas….
Porque no me avergüenzo del evangelio porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente y también al griego.
Marcos 8:38 es claro al expresar “Porque el que se avergonzaré
de mí y de mis palabras en esta generación adultera y pecadora, el Hijo del
Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con
los santos ángeles”.
Nuestro llamado entonces es claro hablar con nuestros testimonios delante de todos incluso de los reyes, y no avergonzarnos, tal y como lo manifiesta Salmos 119: 46.
En este sentido podemos leer 3:5 donde se lee “Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
Te recomiendo leer Juan 3, por 5 veces. Este versículo nos pone a pensar sobre el amor
que Dios nos tiene a la humanidad, por lo que no se justifica que el creyente
discrimine a un ser humano desde ningún punto de vista. Ya que debemos obrar con amor y obras.
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