Por Alberto Cabezas
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Para los que habitaron en Costa Rica entre los años 700 - 1560 después de Cristo, la "muerte", el "cementerio" y las "tumbas", si eran más de un juego de palabras, ya que esto se reflejaba en la forma en que enteraban a sus seres queridos.
Estos primeros habitantes costarricenses encontraban que lo ideal era despedir a los muertos mediante ya sea la inhumación del cuerpo un día posterior a la muerte, hasta procesos muy complicados que incluyen desde la momificación hasta la separación de los huesos de todo el tejido blando.
Todo esto por supuesto, acompañado por una diversidad de prácticas rituales donde se mostraba el cariño a la persona que despedían.
De allí podríamos dividir en dos clases la forma de enterrar en esa época a los difuntos: enterramiento primario y secundario.
Enterraminto secundario
La sencillez en que se enterraban a los muertos entre el período tardío, se encuentra más que todo documentada en la Región de Talamanca, por cierto para el año 1875 el geólogo W.Gabb señala que los Tiribies enterraban el cuerpo inmediatamente después de acaecida la muerte, era algo semejante a lo practicado por los Guatusos o Malekus de la zona norte.
El entierro se practicaba en tres lugares, dentro de las casas en que se habitaba, en un área sin demarcación apartada de las viviendas y en una construcción sólo destinada para este efecto.
Estás ultimas se asemejan a lo que hoy conocemos como cementerio y el Museo Nacional explica de una manera muy sencilla está forma de enterar a los muertos por medio de sus exhibiciones.
En cuanto a Santo Domingo de Heredia se refiere, es muy poca la información -para no decir ninguna- sobre la forma en que los ancestros y primeros pobladores enterraban a sus seres queridos.
Sin embargo, tomando en cuenta las palabras del señor Rafael Bolaños, en su libro Al Occidente del Abra, donde narra la historia monográfica de Santo Domingo, tenemos algunos datos en relación a fechas importantes.
"...la prehistoria domingueña se inicia hace más de 3000 años, datando desde entonces los orígenes de los domingueños de hoy" (Bolaños 1999 p.15) ".. aunque es posible que antes de esa fecha hayan pasado por estas tierras grupos de cazadores y recolectores presentes en nuestro país desde hace unos 10.000 años". (Bolaños 1999. p.16).
Tomando estos tiempos podemos argumentar, que según investigaciones se han reportado algunas tumbas de los años 400 o 200 antes de Cristo, que aparecieron en Santo Domingo al construirse la carretera a Guápiles y también otras en San Miguel y Santa Rosa.
Las tumbas tenían forma de botella, similares a las excavadas por los arqueólogos en lugares cercanos como en el CENADA (Barreal de Heredia).
Por otra parte, en una fecha más reciente, alrededor de 1946, se menciona en los testamentos y mortuales, con frecuencia deudas por cobrar en Nicaragua y Panamá por envió de productos de ventas en esos lugares, referencias que indican el comercio que se tenía y que permitió aumentar el bienestar y nivel de consumo de estos colonos.
Uno de los principales motivos que llevaron a otras generaciones que descansan en paz a construir otra especie de campo santo, llegando a lo que conocemos actualmente es la división del espacio del enterramiento en función de la organización clánica.
Ahora cada cadáver que se entierra por ejemplo en el Cementerio Central de Santo Domingo, no importa de la procedencia que tenga o quien fuera en vida.
Siempre y cuando respete algunos parámetros establecidos en el Reglamento del Cementerio Municipal que data del 25 de febrero de 1986 y fue publicado en la Gaceta N. 103 del día 25 de febrero de 1986.
Dentro de las reglas más importantes que se deben seguir están no realizar inhumaciones en cajas de metal y material que impida la fácil descomposición de los restos. Tampoco está permitida la inhumación de más de un cadáver en la misma caja y en la misma fosa, salvo cuando se trate de la madre y el producto del parto muerto en el acto del alumbramiento.
Asimismo, las exhumaciones ordinarias por interés de particulares solo se podrán efectuar dentro de la jornada ordinaria de los empleados del cementerio. De igual manera, llama la atención que para adquirir un derecho en el Cementerio Municipal se requiere ser vecino del cantón.
El Cementerio Central de Santo Domingo está rodeado por una gran cantidad de tumbas que describen el sentimiento de las personas que debieron enterar aquellos restos de los seres queridos.
Y es que como dice un viejo refrán de nuestro terruño "a todos se nos llega la hora", así que en cualquier momento los restos de cualquiera de nosotros irán a parar a un cementerio, así que la relación de éste con su entorno y viceversa no puede ser mayor, puesto que por la función social que cumple este no pasa desapercibido por nadie.
Lo cual se reflejan allí por medio del significado de la esperanza de un más allá mediante un texto bíblico colocado en algunas tumbas que tratan de confortar aquellos que perdieron a esa persona tan especial, dentro de los que destacan: Juan 44:45, Juan 15:28, Juan 11:25 y Salmos 73:24.
Otros rótulos simplemente manifiestan lo costoso que fue despedir a los restos con mensajes como "el amor nunca muere", "el dolor de su partida se convierte en paz y esperanza", "hija amada silencio y paz", "Mamá siempre estarás en nuestros sentimientos".
En este sentido también existen otros como "No llores mi ausencia porque no me he ido", "te fuiste de este mundo y me dejaste el alma destrozada", "solo se muere cuando se olvida", "Silencio está dormida tus hijos" ó "de tus papas y hermanos".
También existen tumbas que tienen a su lado rótulos que dan testimonio de la persona que partió. Mediante mensajes como "a sus 102 años", "es más padre el que cría que el que engendra", "Gracias por guiarnos a conocer y servir a Jehová" ó "Gracias mamá por habernos dado tanto amor".
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