LA VOZ DE GOICOECHEA.- Cuando pensamos en un tema tan especial como la asistencia humanitaria, tendemos a pensar que siempre ha sido así, dado el sin número de hospitales, clínicas, farmacias y todo género de lugares donde se puede conseguir la ayuda que necesitamos en caso de enfermedad, catástrofes, accidentes y toda otra clase de problemas de salud que nos pueden suceder, pero, lamentablemente, no siempre ha sido así.
Desde la antigüedad, la historia nos relata lo que ha sido la relación del hombre con el hombre, saturados siempre de problemas, disgustos, guerras y todo género de malentendidos de los unos con los otros.
Refiriéndose a las guerras, que siempre han existido, se nos cuenta que los soldados heridos quedaban botados en los campos de batalla y morían desangrados, simplemente como el “precio de la guerra”.
No fue así hasta el siglo diecinueve que una dama inglesa, Florence Nightingale, viendo tanta injusticia, comenzó a preocuparse y a proclamar por todas partes que algo se debería hacer para remediar ese mal de los soldados que morían por falta de atención.
La gota de agua que vino a derramar el vaso fue la célebre batalla de solferino, ciudad italiana, célebre por la crueldad con que los ejércitos de Francia y el Reino de Cerdeña derrotaron al ejército de Australia.
Sobre esta celebre batalla el filántropo suizo Henry Dunant, escribió: cada montículo, cada peñasco, es una escena de lucha a muerte.
Es una autentica carnicería.
Pero aquello no fue lo peor, unos 40.000 hombres heridos fueron abandonados en el campo de batalla y la poca asistencia médica que recibieron fue totalmente inútil e inadecuada.
El Señor Dunant no se contentó con relatar lo que vio simplemente, sino que escribió el libro Un Recuerdo de Solferino.
Ese libro conmovió a la civilizada de toda Europa y los puso a pensar que, de veras, algo se debería hacer ante catástrofes de tal magnitud, todo lo cual vino a resultar en la creación de la CRUZ ROJA INTERNACIONAL, que fue establecida en el 17 de Febrero de 1863, hace ya 148 años, que tiene de servir, en todo el mundo, como todos sabemos, en forma imparcial, sacrificial y denodada, como debe ser, a favor de los más necesitados, en el momento en que más lo necesitan.
En lo que a nosotros nos corresponde, pensando en la Asistencia Humanitaria, debe ponernos a pensar en qué forma y de qué manera deberíamos poner nuestro granito de arena para buscar la mejor manera en que pudiéramos ayudar en algo a las personas ó instituciones que se encargan de velar por las necesidades de los más pobres, de niños abandonados ó maltratados, en las viudas con familias que atender, y, en fin, en toda aquella forma en que nuestra presencia ó nuestros recursos pudiéramos ser de alguna ayuda a otra persona.
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