*Miguel Pastorino
MONTEVIDEO, URUGUAY.- La Organización Mundial de la Salud está
colaborando estrechamente con expertos mundiales, gobiernos y asociados para
ampliar los conocimientos científicos sobre el nuevo virus, asesorando a los
países y a las personas sobre las medidas para protegerse y prevenir la
propagación de la COVID-19, a la vez que las autoridades sanitarias de los
países afectados están tomando medidas basadas en la evidencia científica y los
ciudadanos en general han mostrado un positivo rostro de solidaridad y
responsabilidad con el bien común.
La opción por el
autoaislamiento y seguir los cuidados recomendados en medio de la crisis está
mostrando un rostro de solidaridad y fraternidad que no lo paraliza el miedo,
sino que nos compromete en gestos cotidianos con una actitud de colaboración
responsable. Pero no todos lo viven de esta manera, ya que todos los
grupos, sean religiosos o no, que tienen un discurso apocalíptico, que
alimentan teorías conspirativas, fomentan el miedo y la
búsqueda de salidas irracionales a la crisis.
A esto se le agrega
el incontable número de pseudoterapeutas y gurúes de moda que
enseñan a la gente recetas “mágicas” para no contagiarse, desestimando
el seguimiento de las recomendaciones sanitarias y sembrando la sospecha
sobre las ciencias biomédicas.
Como en cada
epidemia, catástrofe natural, crisis social o económica, aparecen las sectas
y los “profetas del fin del mundo” avisando que “ya estaba escrito” y que
“estos son los signos de que se acerca el fin”.
Además, ahora
pueden amplificarse a través de las redes sociales llegando a un público
impensable hace tan solo unas décadas. Mencionaremos brevemente las tendencias
que más se han visto durante estos días: fundamentalistas bíblicos, paranoicos
de las conspiraciones y gurús del pensamiento mágico.
Fundamentalistas bíblicos y falsas profecías
Iglesias
neopentecostales en Brasil “ungían” a los fieles con aceite “consagrado por
Jesucristo” que “inmuniza contra el Coronavirus” o invitaban a celebraciones
del estilo “El poder de Dios contra el coronavirus”.
Otros grupos
comenzaron a retomar textos bíblicos sobre el fin de los tiempos donde hay
alusiones a que sobrevendrán pestes, así como también guerras, hambrunas y
grandes terremotos. Lo cierto es que en cada siglo hemos tenido alguna que otra
epidemia, más de una catástrofe natural, guerras y hambre.
Pero cuando
la gente está desesperada y con miedo a un futuro incierto, aparece la prédica
que interpreta el presente y problemas nada extraordinarios, pero con las
mismas imágenes simbólicas y genéricas que podrían interpretarse cualquier
calamidad.
Cualquier
cosa puede usarse cómo símbolo para encontrar coincidencias, hasta se lo han
atribuido a una profecía de Nostradamus. También en el campo de la astrología,
donde algunos pretenden predecir cómo seguirá la situación según la influencia
de los planetas, o quienes bajo supuestas interpretaciones de calendarios
antiguos estaríamos cerca del fin. En estos días uno podría coleccionar
profecías y anuncios de la llegada del Corona Virus.
Paranoicos de las teorías conspirativas
No faltaron
en las redes sociales quienes ofrecían contar “la verdad” sobre el virus y
comienzan a aparecer los “Iluminatti”, “Los amos del mundo”, “El
Vaticano”, “La Masonería” y un sinfín de supuestos culpables que en un plan
de reducción de la población mundial serían los creadores del virus.
A esto se le
agregan relatos con teorías extraterrestres, profecías, y hasta un
supuesto programa de los Simpson que en realidad era un montaje que circuló por
redes sociales “profetizando” la llegada del virus.
La
inmanejable cantidad de información falsa que circula en las redes sociales, sobre los temas más variados, permite que se llene de contenidos
delirantes presentados como la última investigación científica o la revelación
de un secreto que “los poderosos del mundo” no quieren que se sepa. Y es que
son muy seductoras las teorías conspiratorias porque nos
simplifican la complejidad de los problemas, ya que siempre hay un enemigo
poderoso que tiene un plan detallado que está llevando adelante y así todo
tiene sentido.
Lo más
aburrido para los “conspiranoicos” es la verdad, porque es siempre más compleja
que las teorías de “buenos y malos” y seguro menos atractiva para contar.
Los gurús del pensamiento mágico.
En el
ambiente New Age y sus derivados, son incontables las personas que
predican contra la medicina y que optemos por frenar el virus con ejercicios de
meditación y pensamientos positivos, evitando así el contagio “gracias al poder
de la mente”.
Incluso los
que enseñan la teoría pseudocientífica y mágica de la llamada “Ley de
atracción”, pretenden que si uno se enferma es porque de alguna manera se buscó
la enfermedad, ya que cada uno es quien crea su propia realidad.
La
desesperación de las personas para protegerse los hace un blanco fácil de los
manipuladores de turno que aprovechan la vulnerabilidad de una situación
crítica para ofrecer recetas mágicas.
En este tipo
de literatura o conferencias se alimenta la desconfianza en los tratamientos
médicos y se prometen “secretos” que vencen cualquier mal, porque en general
enseñan que todos los problemas vienen solamente de nuestros pensamientos o de
un desequilibrio de nuestro mundo emocional, incluso un virus. ¡Así de simple!
¡Así de absurdo!
La crisis como oportunidad
Una crisis como
la que estamos viviendo es una auténtica oportunidad. A nadie le es
ajeno que las situaciones de vulnerabilidad, el miedo y la inseguridad nos
convierten en posibles víctimas de manipuladores que venden recetas mágicas e
irracionales. No es casualidad que las sectas más controvertidas hayan surgido
siempre en tiempos de crisis social y económica.
Pero también
es una gran oportunidad para fomentar el pensamiento crítico y la
responsabilidad social con los temas sanitarios, valorando mucho más el
trabajo de los profesionales de la salud.
La crisis se
ha convertido también en una oportunidad Lo más aburrido para los
“conspiranoicos” es la verdad, De hecho, la ciudadanía de varios países
afectados ha mostrado con gran calidad humana que en una cultura que promueve
el individualismo narcisista, la llegada de una pandemia es capaz de despertar
también solidaridad y conciencia del bien común, del cuidado mutuo.
Muchos
comenzaron a hablar de que compartimos el mismo mundo, de la “casa común”, en
la que todos importan y donde aprendemos cuan responsables somos del bien de
los demás, aunque no siempre lo tengamos presente. Y es que en crisis como
estas es cuando redescubrimos que, como seres humanos, es más lo que nos une
que lo que nos separa.
*Profesor en Universidad Católica del Uruguay
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