En ocasiones, es posible que te cueste solucionar tus problemas de pareja. Sin embargo, esto no quiere decir que debas darlo todo por perdido y sentirte mal porque «se acerca el final» de la relación.
Muchas personas tienen problemas de pareja por diversos motivos. Y mientras que algunas los comparten con personas de confianza o directamente con expertos en distintas áreas, otras no se animan a conversar sobre ello para ponerle remedio, porque consideran que no saben cómo hacerlo y porque tienen miedo a que el asunto vaya a peor.
¿Te ha pasado alguna vez? ¿Has tenido dificultades para conversar con tu pareja sobre algo que te incomoda? ¿Tienes un problema y te gustaría solucionarlo, pero no sabes cómo? Descuida, a muchos les pasa lo mismo. No se trata de algo fuera de lo común.
Para ayudarte un poco, a continuación te compartiremos un caso, así como también algunas claves que pueden ayudarte a solucionar tus problemas de pareja. Aunque debes tener en cuenta que en algunos casos es posible que tengas que consultar con un especialista.
Como veníamos comentando anteriormente, existen varios motivos por los que una pareja puede tener problemas. Algunos de los más comunes son los siguientes:
Junto con la desconfianza, la falta de respeto hacia la privacidad o la intimidad del otro, los celos son uno de los problemas de pareja más comunes y suelen tener origen no solo en una mala comunicación, sino en problemas de autoestima y distorsiones cognitivas. Es recomendable atenderlos con ayuda profesional.
La falta de empatía, el uso de esquemas pasivo-agresivos, manipulación y otras fórmulas poco o nada asertivas puede hacer mella en la relación, generando con frecuencia conflictos y malestar en ambos miembros.
Por otra parte, el hecho de evitar conversar ciertos temas para «evitar el conflicto» puede ser contraproducente, ya que se prolonga la inquietud y no le da solución. La evitación de ciertos temas, aunque en principio pueda parecer una buena estrategia, en realidad, lo único que hace es evitar que ambos conversen, lleguen a un lugar común y normalicen el hecho de que hay que hacerlo para mantener una relación sana.
Tal y como dice el famoso proverbio: todos los excesos son perjudiciales. En este sentido, si dos personas no tienen tiempo para compartir y estar juntos por exceso de responsabilidades, esto puede provocar diversos problemas en la relación. Por ejemplo, una de las partes puede llegar a considerar que no se le tiene como prioridad y que ha quedado en un segundo o tercer plano en la vida del otro.
Por otra parte, cuando dos personas pasan demasiado tiempo juntas también pueden tener problemas porque no se conceden un espacio para desenvolverse por cuenta propia y tener cierto tiempo para sí mismos, sus hobbies, sus proyectos, etc.
En el día a día, una pareja también puede tener problemas de convivencia en mayor o menor medida. Generalmente, estos giran en torno al reparto de tareas, el mantenimiento del hogar, el cuidado de la mascota y la crianza de los hijos. Aunque pueden presentarse por una mudanza y otros eventos.
Conversando sobre lo que incomoda y procurando siempre llegar a un acuerdo, es posible superar los problemas de reparto de tareas, por ejemplo.
La falta de una visión a futuro, un proyecto de vida conjunto por el cual trabajar en equipo también puede causar problemas en la relación de pareja porque da pie a una gran incertidumbre así como inseguridad y múltiples inquietudes.
Puede ser que exista también cierta desigualdad en el enfoque. Por ejemplo, puede que una de las dos partes evite hablar sobre el tema porque considera que es «muy pronto», mientras que la otra ansía consolidar más la relación y al menos tener un esquema general de las posibilidades.
Otros de los problemas de pareja más comunes son aquellos que tienen que ver con la vida sexual. En este punto también suele tener peso la comunicación.
Si no se conversa abiertamente sobre las vulnerabilidades, las inquietudes o incluso las fantasías, las preferencias, las ganas de compartir una experiencia en concreto, el deseo de estimular el punto G y probar algunos juegos sexuales, es posible que la pareja se distancie y surjan diversos conflictos.
Asimismo, las incompatibilidades en el sexo son un punto que hay que abordar, pues de lo contrario no se podrá llegar a un lugar común y solucionarlo. Para ello, se puede considerar recurrir a un experto.
En algunas series de televisión y películas se ha hecho varias veces el chiste de que, ante ciertos problemas, la mejor forma de solucionarlos es teniendo una buena dosis de actividad en la cama. Por esto mismo, muchas personas han replicado esta conducta.
Ahora bien, ¿sería esta la mejor forma de solucionar tus problemas de pareja siempre? Ciertamente, no. No es conveniente aplicar una misma medida para todos y cada uno de los problemas que puedan presentarse en la relación.
Si bien es cierto que la actividad sexual puede contribuir con el acercamiento de la pareja y la liberación de tensión, no es una solución como tal a los problemas. De hecho, puede llegar a ser un “parche” que luego no hace más que prolongar el malestar.
No obstante, cuando los problemas de pareja tienen su origen en la cama, entonces es posible que la solución esté allí. Para ello, se puede consultar con el psicólogo o el sexólogo.
Como puedes ver, la solución de un problema puede encontrarse conversando con respeto sobre todo aquello que genere inquietud para saber qué ocurre, cómo lo ve cada quien y cómo entre ambos podrían solucionarlo, para poder estar cómodos y felices en la relación.
El sexo puede ser un complemento válido en algunos casos, pero por sí solo no es la solución a todos tus problemas de pareja. Por lo tanto, anímate a darle prioridad a la buena comunicación siempre, pues esta es la que permite fortalecer y cuidar la relación y mejorar los demás aspectos, como la convivencia.
La comunicación juega un rol fundamental a la hora de abordar y solucionar problemas, bien sea de pareja o de cualquier otra índole. Permite exponer inquietudes, contrastarlas y además, encontrar un lugar común en el que ambas personas puedan sentirse a gusto. ¡Cuídala!
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