La adicción a la pornografía puede ocasionar problemas físicos, mentales, psicológicos y sociales. Estos son iguales o muy similares a los que genera la dependencia del consumo de sustancias psicoactivas.
Hoy en día, cualquiera con conexión a internet puede consumir nuevo material pornográfico a diario, ya que la creación de material es ingente. De hecho, la prevalencia de personas adictas al porno ha aumentado de forma muy significativa en los últimos veinte años.
Esta situación preocupa a los expertos, dado que los más jóvenes son especialmente vulnerables a los efectos de la adicción.
¿Cuándo puede considerarse una adicción?
Una de las características más frecuentes de los adictos es la negación del problema o el restarle importancia. Para realizar una detección lo más precoz posible es fundamental analizar si la persona ha cambiado en alguno o varios de los siguientes aspectos:
El sujeto pasa cada vez más tiempo visualizando contenido pornográfico.
Descuida o deja de lado otros ámbitos importantes de su vida como el laboral o el social.
Ver porno se convierte en su regulador de emociones: sirve para animarse cuando está triste, para distraerse cuando está aburrido y como reforzador para celebrar cuando algo le va bien.
Presenta labilidad emocional o cambios de humor repentinos atribuibles a su adicción.
Puede llegar a cometer delitos legales relacionados con la pornografía.
Miente o se avergüenza de su conducta sexual.
¿Por qué motivos se genera la adicción a la pornografía?
Según un artículo publicado en 2017 en la revista Drugs and Addictive Behavior, las causas de este tipo de dependencia son multifactoriales. Entre las más significativas encontramos las siguientes:
Cambios hormonales.
Influencia hereditaria.
Abuso sexual.
Maltrato físico y verbal.
Carencia afectiva.
Curiosidad.
Visualización de imágenes con alto contenido sexual a temprana edad.
Fracasos, pensamientos y sentimientos negativos.
Ansiedad.
Bullying.
Soledad.
Mal ejemplo de los padres o personas cercanas.
Los sujetos adictos al porno suelen pasar horas visualizando material pornográfico o investigando nuevas fuentes de donde obtenerlo. Debido a ello, es frecuente que la dependencia cause otros problemas secundarios como los siguientes:
Aislamiento social
Así como otras adicciones tienen un carácter más social —la nicotina, el cannabis, el café o el alcohol—, el sujeto adicto al porno acostumbra a ver el material a solas y a escondidas. Esto le lleva a aislarse de su entorno en numerosas ocasiones.
Cambios en el estado de ánimo
La adicción a la pornografía suele conllevar cambios significativos en el estado de ánimo. Entre ellos se encuentran algunos como los siguientes:
Comportamientos obsesivo-compulsivos.
Bajo control de la ira.
Ansiedad.
Depresión severa.
Exceso de masturbación
El exceso de masturbación puede generar en el sujeto otros trastornos, entre los que se encuentan los siguientes:
Erección débil.
Impotencia sexual.
Esterilidad.
Eyaculación precoz.
Prostatitis o uretritis.
Desórdenes neurológicos, de sueño y digestivos.
Alteraciones cerebrales
Como en otros tipos de adicciones, el sistema de recompensa del cerebro está sobreestimulado por un exceso de dopamina. Para continuar experimentando el bienestar y el placer que esta sustancia produce, el sujeto necesita consumir cada vez más pornografía, lo que implica más tiempo, mayor dependencia y mayor aislamiento.
Insatisfacción sexual
La adicción a la pornografía puede hacer creer al adicto que sus relaciones sexuales no son lo suficientemente intensas, frecuentes o satisfactorias. Dado que sus referentes son ficticios, la frustración puede ser uno de los síntomas más persistentes.
Si la persona tiene pareja, la adicción a la pornografía puede resultar una fuente de conflicto importante, incluso causa de separación o divorcio.
En el caso de los más jóvenes, los adultos podemos llevar a cabo acciones que eviten una posible adicción. Entre los pasos a dar se incluyen los siguientes:
Instalar programas anti pornografía en todos los ordenadores y dispositivos móviles de la casa.
Evitar que los menores tengan acceso a Internet en espacios privados.
Fomentar la educación sexual de calidad en casa acorde a la edad de los menores.
Desarrollar actividades lúdicas o deportivas en familia.
Promover la comunicación asertiva.
Impulsar actividades sociales con otros niños o adolescentes.
Si se detecta la adicción, buscar ayuda profesional.
En el caso de los adultos, como ante cualquier otra dificultad emocional que altere la vida cotidiana, lo más aconsejable será ayudarle a reconocer su problema. Así, será más fácil que acuda por voluntad propia a un profesional especializado en adicciones sexuales.
*
Escríbenos a nuestro correo electrónico
0 Comentarios
Queremos ver tus comentarios, estos nos enriquecen y ayudan a mejorar nuestras publicaciones :
_______________________________________________