Junto con el COVID-19 han llegado toda una serie de mitos sobre el coronavirus. Las redes sociales, en particular, están llenas de noticias falsas, principalmente en lo que tiene que ver con las posibles curas para la enfermedad, o con los alcances y peligros de la pandemia.
Todos esos mitos sobre el coronavirus hacen daño, ya que crean confusión y eventualmente inducen a las personas a implementar prácticas que podrían ser riesgosas, o simplemente inútiles. Por lo mismo, la primera recomendación es la de consultar solamente fuentes autorizadas y confiables para evitar equívocos.
Lo que suceda con la pandemia va a depender, en gran medida, de nuestra capacidad para enfrentarla de una manera inteligente. Para lograr esto, lo mejor es obtener información de calidad y atender a las recomendaciones que hagan las autoridades de salud. Los siguientes son algunos de esos mitos sobre el coronavirus que se deben desterrar.
El coronavirus es una de las enfermedades más graves de la historia
Otro de los factores que ha desatado las alarmas es el hecho de que se trata de un virus nuevo y, por tanto, desconocido. Como no se sabe mucho acerca de este, no es posible predecir cómo se comportará. A medida que pase el tiempo podrían encontrarse datos que aún no conocemos.
De momento, la tasa de mortalidad por esta enfermedad se ubica en aproximadamente un 3,2 %. Esto quiere decir que, por cada cien personas contagiadas, mueren tres. Aunque toda enfermedad que lleva a la muerte debe ser motivo de preocupación, en este caso solo una minoría tiene consecuencias fatales.
En el otro extremo de los fatalistas están quienes minimizan el peligro de la pandemia. Es cierto que en el 80 % de los casos esta enfermedad solo genera síntomas leves. Pero también es verdad que se trata de una patología que afecta los pulmones, que son órganos vitales.
Así mismo, aún no es clara la manera como se comporta el virus, ni tampoco se puede prever con certeza si va a presentar cambios o no. En pocas palabras, nos enfrentamos a una amenaza que no conocemos del todo. En una situación así, lo único inteligente es ser muy prudentes y no menospreciar los riesgos.
Además, como ya se señaló, este virus en particular es muy contagioso. Si aumenta el número de contagios, aumentarán también el número de muertes, ya que se incrementa el riesgo de que alcance a las personas más vulnerables, como los niños muy pequeños, los adultos mayores y quienes tienen debilitado su sistema inmunológico.
Los remedios caseros y los mitos sobre el coronavirus
Varios de los mitos sobre el coronavirus tienen que ver con el uso de algunos remedios caseros que podrían detener o curar la enfermedad. Al respecto hay que decir que no existe ninguna evidencia científica sobre la eficacia de tales remedios en este caso.
Se ha dicho, por ejemplo, que el ajo es capaz de detener la infección. Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que este vegetal tiene algunas propiedades antimicrobianas, lo cierto es que nada lleva a creer que sea eficaz contra el coronavirus. Lo mismo puede decirse de la plata coloidal y de los suplementos minerales milagrosos que algunos quieren poner de moda.
De momento no hay fármacos, ni mucho menos remedios caseros para tratar el coronavirus. Valga decir que es muy importante evitar la automedicación, ya que esto podría enmascarar los síntomas del COVID-19 y generar mayores riesgos para la salud.
La higiene no es un mito sobre el coronavirus
Lavarse frecuentemente las manos y aplicarse gel antibacterial son medidas para reducir el riesgo de contagio. Se estima que esta práctica permite disminuir hasta en un 50 % la posibilidad de adquirir el virus. Sin embargo, lo más eficaz es minimizar el contacto con otras personas y entrar en cuarentena si se tiene la sospecha de haber estado expuesto.
No es cierto que el desinfectante casero se deba aplicar en las manos para elevar las posibilidades de evitar el contagio. Tampoco es verdad que la mascarilla facial, o tapabocas, impida el ingreso del virus. El COVID-19 solo permanece unas horas en los objetos, por lo que es difícil que se contagie por esa vía. Sin embargo, siempre es conveniente lavarse las manos después de tocar objetos que han pasado por muchas manos.
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