La exposición prolongada a las pantallas de dispositivos móviles como los smartphones se asocia con problemas de salud visual.
¿Cómo afectan las pantallas a la salud visual?
Una serie de mecanismos se ponen en marcha, de manera inconsciente, para poder emplear las pantallas. Nuestro cuerpo modifica formas y maneras de realizar sus funciones habituales para adaptarse a los dispositivos electrónicos.
Una de las cuestiones básicas que lleva a la afectación de la salud visual por parte de las pantallas es el enfoque. Nuestros ojos, en reposo, enfocan fácilmente a larga distancia. Sin embargo, cuando deben enfocar algo que está cerca, ponen en marcha mecanismos de compensaciónque demandan esfuerzo. Estas tareas acomodativas llevan a la fatiga.
También, la concentración que demanda una pantalla no es despreciable. Nuestros ojos tienden a permanecer más tiempo abiertos, con menos parpadeo. En forma regular parpadeamos entre 15 y 20 veces por minuto, pero podemos reducirlo a 3 parpadeos solamente utilizando pantallas.
Por último, y esto es algo en lo que nos detendremos más, las pantallas emiten una cantidad considerable de luz azul. Esta luz azul es un fragmento del espectro lumínico que tiene la capacidad de penetrar hasta la retina, llegar a la mácula y deteriorarla con el paso de tiempo.
La luz azul de las pantallas y la salud visual
La luz azul que emiten las pantallas electrónicas tiene beneficios y perjuicios. Gracias a esta luz azul los dispositivos pueden consumir menos energía, pero se ha visto que la misma es peligrosa para la salud de la retina.
El sol también emite luz azul, por lo tanto, nuestros ojos la conocen desde los primeros días en que nacemos. El problema es que la luz azul de las pantallas nos llega desde una fuente más cercana a los globos oculares, y de allí se deriva el daño.
Físicamente hablando, la luz azul es de onda corta y alta energía. Por estas características es que los ojos requieren más esfuerzo para enfocarla.
Recomendaciones para reducir la afectación de las pantallas
Existen algunas medidas básicas que podemos aplicar en lo cotidiano para disminuir los efectos de las pantallas en nuestra salud visual:
Descansar la vista: para los trabajos en ordenador es imprescindible fijar momentos de relajación de la vista. Es una buena práctica mirar fuera de la pantalla cada veinte minutos durante unos veinte segundos.
Establecer una distancia saludable a los dispositivos: deberíamos tener las pantallas, como mínimo, a 60 centímetros de nuestros ojos. Para pantallas más grandes, como podría ser la del televisor, la distancia mínima es de 2 metros.
Pestañear: como ya sabemos que parpadeamos menos frente a las pantallas, sería prudencial forzar nuestro parpadeo cuando pasamos mucho tiempo en los dispositivos electrónicos. El parpadeo provocará más lagrimeo y humedecerá el globo ocular.
Tener buena iluminación: utilizar los dispositivos electrónicos en ambientes de baja luz es contraproducente. Nuestros ojos se fuerzan más y aumenta el efecto del brillo sobre la retina.
No se trata de dejar de emplear pantallas. Hoy por hoy eso resulta imposible en el mundo en que vivimos. Lo que sí debemos hacer es practicar estas recomendaciones para reducir el efecto perjudicial de las pantallas sobre nuestra salud ocular.
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