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| *Lic. Alvaro Madrigal |
LA VOZ DE GOICOECHEA.- Dentro un mes exactamente se abrirán las urnas para elegir ese amplio mundo de autoridades que conforman las municipalidades: alcaldes, regidores, síndicos de distrito, concejales de distrito y en ocho distritos autónomos, sus intendentes.
Hay más de 100 “partidos” debidamente inscritos, 21 a escala nacional, 23 provinciales y 93 cantonales. De este colectivo, 49 son nuevos: 2 son nacionales, 3 provinciales, 37 cantonales y 7 son coaliciones entre partidos ya existentes. Así da cuenta el Tribunal Supremo de Elecciones que ha tenido que asumir un complicado emprendimiento para corroborar la pertinencia legal de cada plataforma y para acomodarlas en el esquema de papeletas propio de la práctica electoral costarricense.
Deliberadamente entrecomillé el término “partidos” en el párrafo anterior. Ello en vista de tener bien claro que muchas agrupaciones no pasan de ser improvisadas maquinarias electorales dirigidas a satisfacer una ambición personal o de grupos de disminuida dimensión que andan detrás de una posición dominante, afán muy bien presente cuando se está ante los cacicazgos. Posiblemente se esfumen si el fracaso es sonoro o disipen su individualidad una vez transada una alianza con otro protagonista municipal, vista la incontrastable realidad de la insignificancia o la impotencia cuando se es minoría/mínima.
Más de 100 partidos en los registros del TSE para estos comicios municipales no son señal –así pienso- de vitalidad del sistema democrático que nos acompaña ni expresión de un feraz aporte al fortalecimiento y perfeccionamiento de la institución municipal. Pero sí una evidencia incontrastable del debilitamiento del régimen de las grandes plataformas políticas con las que Costa Rica construyó una institucionalidad con más virtudes que defectos. Es expresión del proceso erosivo que sufre nuestra democracia, en absoluto garantía de la llegada de un régimen de partidos moderno, funcional, eco de la voluntad popular.
Temo que los resultados del 2 de febrero confirmen el triunfo de los cacicazgos –no de las plataformas con visión de futuro y arraigo nacido de ser su contenido algo realista y realizable- y en calificados casos –particularmente en los cantones grandes- el triunfo de “espueludos” candidatos que manejan grandes recursos y saben de las virtudes de la “nitrofoska electoral”. Nada en abono de una democracia de calidad.
Deliberadamente entrecomillé el término “partidos” en el párrafo anterior. Ello en vista de tener bien claro que muchas agrupaciones no pasan de ser improvisadas maquinarias electorales dirigidas a satisfacer una ambición personal o de grupos de disminuida dimensión que andan detrás de una posición dominante, afán muy bien presente cuando se está ante los cacicazgos. Posiblemente se esfumen si el fracaso es sonoro o disipen su individualidad una vez transada una alianza con otro protagonista municipal, vista la incontrastable realidad de la insignificancia o la impotencia cuando se es minoría/mínima.
Más de 100 partidos en los registros del TSE para estos comicios municipales no son señal –así pienso- de vitalidad del sistema democrático que nos acompaña ni expresión de un feraz aporte al fortalecimiento y perfeccionamiento de la institución municipal. Pero sí una evidencia incontrastable del debilitamiento del régimen de las grandes plataformas políticas con las que Costa Rica construyó una institucionalidad con más virtudes que defectos. Es expresión del proceso erosivo que sufre nuestra democracia, en absoluto garantía de la llegada de un régimen de partidos moderno, funcional, eco de la voluntad popular.
Temo que los resultados del 2 de febrero confirmen el triunfo de los cacicazgos –no de las plataformas con visión de futuro y arraigo nacido de ser su contenido algo realista y realizable- y en calificados casos –particularmente en los cantones grandes- el triunfo de “espueludos” candidatos que manejan grandes recursos y saben de las virtudes de la “nitrofoska electoral”. Nada en abono de una democracia de calidad.
Temo, asimismo, el posicionamiento del populismo, igual en postulaciones de izquierda como de derecha, en más de un caso bajo la desfiguración que provocan el influjo y la distorsión del mesianismo que inspiran ciertas estructuras político/religiosas, hábiles para capitalizar la gran frustración que viven gruesos contingentes del electorado.
En su última edición, el Informe del Estado de la Nación advierte de ese proceso erosivo de nuestra democracia evidenciado en una suma de actitudes contradictorias y ambivalentes del ciudadano hacia el sistema, lo que –dice- “ha reducido sustancialmente la reserva de legitimidad democrática que tenía Costa Rica para sortear episodios críticos de inestabilidad interna y externa”.
Habrá alcaldes, regidores, síndicos y concejales. Así haya sido escuálida la participación ciudadana y así sean los votos apenas suficientes para guardar la formalidad. Pero esas más de cien papeletas de todo color y pelaje registradas, figurarán en la historia como evidencia probatoria de la pérdida de calidad de nuestra democracia.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y periodista, con estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Barcelona. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez en 1978 – secretario y posteriormente presidente de la Junta Directiva de la Asociación de Periodistas de Costa Rica y del Colegio de Periodistas de Costa Rica en los años 1964 a 1965 y 1997 y 1998. Periodista en los diarios La Nación y La Hora, corresponsal de la Agencia EFE. Consejero en Comunicación de la Presidencia Ejecutiva del ICE entre 1974 y 1978, Director de Gabinete del Ministro de la Presidencia de 1991 a 1994.Director de Relaciones Corporativas de la subsidiaria en Costa Rica de Chiquita Brands Corp., miembro de la Junta Directiva de la Cámara Nacional de Bananeros. Empresario en el ramo de la producción de leche y vegetales
En su última edición, el Informe del Estado de la Nación advierte de ese proceso erosivo de nuestra democracia evidenciado en una suma de actitudes contradictorias y ambivalentes del ciudadano hacia el sistema, lo que –dice- “ha reducido sustancialmente la reserva de legitimidad democrática que tenía Costa Rica para sortear episodios críticos de inestabilidad interna y externa”.
Habrá alcaldes, regidores, síndicos y concejales. Así haya sido escuálida la participación ciudadana y así sean los votos apenas suficientes para guardar la formalidad. Pero esas más de cien papeletas de todo color y pelaje registradas, figurarán en la historia como evidencia probatoria de la pérdida de calidad de nuestra democracia.
(*) Álvaro Madrigal es Abogado y periodista, con estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Barcelona. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez en 1978 – secretario y posteriormente presidente de la Junta Directiva de la Asociación de Periodistas de Costa Rica y del Colegio de Periodistas de Costa Rica en los años 1964 a 1965 y 1997 y 1998. Periodista en los diarios La Nación y La Hora, corresponsal de la Agencia EFE. Consejero en Comunicación de la Presidencia Ejecutiva del ICE entre 1974 y 1978, Director de Gabinete del Ministro de la Presidencia de 1991 a 1994.Director de Relaciones Corporativas de la subsidiaria en Costa Rica de Chiquita Brands Corp., miembro de la Junta Directiva de la Cámara Nacional de Bananeros. Empresario en el ramo de la producción de leche y vegetales
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