Hablamos de los nefastos eventos vividos en su momento en Estados Unidos y que se representa de una forma gráfica en la destrucción cobarde y chapucera del increíble EV1. Un tiempo en el que los fabricantes tradicionales invertían grandes cantidades de dinero junto con las empresas petroleras y los especuladores en derrumbar al coche eléctrico para seguir con el negocio de los diésel y gasolina unos años más.
Con la presentación del Mustang seguro no hay vuelta atrás, y las marcas ahora tendrán que centrarse no en si el coche eléctrico será o no, sino en ver quién logra vender más unidades, y ver quién logra antes la rentabilidad. Por supuesto, también quién logra sortear mejor las nuevas normas de emisiones de mercados como China o Europa.
Por supuesto no es sólo el Mustang, ni mucho menos. También veremos en 2020 la llegada del Volkswagen ID.3 y su hermano el ID.4X, veremos crecer a la familia Tesla con la llegada del Model Y, el Polestar 2, las propuestas económicas del grupo francés PSA, el nuevo Renault ZOE…y un largo etc que se sumarán a la oferta ya existente, como el Jaguar i-Pace, Audi etron, Mercedes EQC, los Tesla Model S, 3 y X, los modelos del grupo Hyundai KIA…y no nos olvidamos de la expansión clave de la gran incógnita de los coches eléctricos chinos que llegarán a occidente así como el desembarco de las startups como Byton, Rivian o Sono Motors.
Es por eso que en menos de un año la oferta de coches eléctricos vivirá una verdadera explosión en número y en variedad de configuraciones. Desde pequeños urbanos, pasando por compactos, berlinas, SUV e incluso pickups eléctricos. Para todos los gustos, colores y para cada vez más bolsillos.
La gran pregunta es el cuánto. Cuántos coches serán capaces de producir las diferentes marcas. Si hablamos de producciones simbólicas para cumplir el expediente de imagen, o veremos números realmente serios desde el primer momento. Algo que puede tener su respuesta en el suministro de baterías, que en los últimos años se ha convertido en un cuello de botella para muchas marcas.
También está la cuestión de las redes de recarga. Hasta ahora los grandes grupos han dado la espalda a una clave fundamental para el desarrollo del coche eléctrico. Sin una red amplia y fiable, la gente no se comprará coches aunque tengan mucha autonomía. Una infraestructura fundamental que además debe contar con facilidad de uso y controles para evitar el abuso de algunos usuarios que perjudican la rotación de vehículos.
Un apartado que ahora marcas como la propia Ford, junto con Volkswagen, Daimler, BMW y el grupo Hyundai/KIA, están comenzando a atajar con la puesta en marcha de redes como IONITY, que comienza a tejer una red con 168 estaciones en funcionamiento y otras 73 en fase de construcción.
Factores todos ellos que nos indican que el coche eléctrico ha llegado por fin a un punto de inflexión que no sólo no se frenará, sino que se acelerará con el paso de los años y la mejora de factores como las propias redes de carga, así como las baterías y los precios de los vehículos que podrían tardar menos de lo que pensamos en igualar los precios de los diésel y gasolina.
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