Al mismo tiempo, cuando se pregunta a los participantes sobre un amigo distinto, la actividad de su cerebro cambia, y toma la forma de los pensamientos de esa nueva persona sobre sí misma.
Esto fue una sorpresa para los investigadores, ya que los patrones de pensamiento podían cambiar de una persona a otra al pensar en el mismo sujeto, pero la coincidencia era notable. El estudio de la Universidad de Oregon fue publicado en el Journal of Personality and Social Psychology.
En el estudio se reclutó a once personas a las que unían distintos grados de amistad, y se les pidió que valoraran a las demás, y a sí mismas, en 48 rasgos diferentes de personalidad: entusiasta, solitario, crítico, de confianza, dispuesto a ayudar, puntual, simpático, etc. Mientras lo hacían, un escáner de resonancia magnética registraba la actividad de las distintas partes de su cerebro.
La resonancia magnética no permite visualizar los pensamientos, solo las zonas activas del cerebro. Como era de esperar la corteza media prefrontal, donde se ubican los circuitos que controlan la identidad y el reconocimiento de otras personas, era la parte más iluminada. Lo más curioso del experimento fue que al superponer los patrones de varias personas pensando sobre alguien, se conseguía una imagen más completa del patrón de la persona en que pensaban, lo que podría indicar que cada uno de nuestros amigos ve unas partes de nuestra personalidad con más claridad que otras.
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