Daniel Antonio Madrigal Sojo, abogado y periodista |
No lo devolví porque no quería hacerlo. Luego cerró usted la puerta y le dijo a todos que se pusieran de pie y que iría a uno por uno para buscar en los bolsillos de todos hasta encontrar el reloj. Pero les dijo a todos que cerraran los ojos, que haría esto con los estudiantes con los ojos cerrados...
Todos cerraron los ojos y usted fue de bolsillo en bolsillo y cuando llegó al mío encontró el reloj y lo tomó. Continuó usted buscando en todos, y cuando terminó, dijo: 'Abran los ojos. Ya tenemos el reloj'.
No me dijo usted nada. Nunca mencionó el episodio. Nunca dijo quién había robado a nadie." Y ese día, usted salvó mi dignidad para siempre. Fue el día más vergonzoso de mi vida. Pero también fue el día que mi dignidad se salvó de no convertirme en ladrón, mala persona, etc. Nunca dijo nada.
No me dio apenas una lección moral. Y recibí el mensaje. Y entendí, que esto es lo que debe hacer un verdadero educador. ¿Se acuerda de ese episodio, maestro?
Y el profesor responde: - Recuerdo la situación, el reloj robado, busqué en todos, etc. Pero no te recordaba. Porque también cerré los ojos mientras buscaba.
Esto es la escencia de la decencia.
(autor desconocido)
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