Lic. Daniel Madrigal Sojo, abogado y periodista |
Por muchos años Costa Rica fue un país agrícola. Los profesionales, los políticos y hasta los representantes de la iglesia fueron de estirpe agrícola. Fue así como sacaron al país de la pobreza heredada desde la colonización española.
Por más que se quiera industrializar nuestra economía y generar a base del turismo una nueva forma de vivir, nuestras tierras jamás debieron ser abandonadas.
Debemos volver a la tierra...
¿Por ejemplo donde están aquellas políticas educativas de los años 60 en que le enseñaban a los niños de edad escolar y a los jóvenes colegiales a sembrar en sus centros educativos y sentir el vigor y calidad productiva de nuestra tierra?
¿Por qué no enseñar a las personas que se encuentran en las cárceles, cumpliendo penas judiciales, a retomar la pala, el pico y el machete, al menos para que produzcan lo que se comen?
¿Por qué no retomar o hasta copiar aquellos sistemas de antaño en materia de créditos blandos para el pequeño agricultor e incentivar a nuestros habitantes a producir lo que comemos?
La crisis económica toca nuestras puertas. Las fuentes de empleo disminuyen. La burocracia estatal crece y crece y no produce nada. El dinero se va en importación de bienes que aquí se pueden producir. El hambre de la población puede generar una de las peores crisis y con ello el aumento proporcional de la delincuencia no se hará esperar.
En mi cercanía con los habitantes de Santa María de Dota (mi esposa es de ese lugar) es muy común observar cómo es que entre vecinos se obsequian e intercambian aguacates, chayotes, limones, manzanas y todo tipo de hortalizas. Nadie vende... el intercambio de productos se da de una manera libre, espontánea y honorable y sobre todo de muy buena fé.
Ese comportamiento tan humano y solidario hace que los marienses en general tengan muy buenas relaciones entre ellos mismos. Sencillamente producen mucho de lo que llevan a sus mesas. Lo mismo sucede en San Carlos, en Zarcero y en muchos pueblos agrícolas. Nuestras tierras piden a gritos que la explotemos, y que no la cubramos de cemento.
El Consejo Nacional de Producción (CNP) creado para facilitar el comercio de productos de los agricultores está quebrado. La gran cantidad de burocracia se encargó de minar el propósito para el que fue creada la institución que beneficiaría no solo a los agricultores mismos, sino que también a los consumidores, sin intermediarios de ninguna clase. Ahora los productos que vende el CNP son más caros que los que se venden importados en los supermercados. Su objetivo se prostituyó. Es una institución que solo genera grandes salarios y pluses de gente que no produce nada.
La calidad de nuestros campos, su tierra y condiciones climáticas nos está suplicando que los tomemos en cuenta en estos momentos de crisis y en las que el hambre y la desocupación tocan las puertas.
¡¡¡VOLVAMOS A LA TIERRA!!! Bajo nuestras narices y grandes moles de cemento, está la solución.
0 Comentarios
Queremos ver tus comentarios, estos nos enriquecen y ayudan a mejorar nuestras publicaciones :
_______________________________________________