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José Daniel Sirias Guido, candidato II vicealcalde, PCL |
Las elecciones municipales se avecinan. Como ciudadanos nos acercamos a un proceso que quizá no dimensionamos en términos de impacto sobre nuestra calidad de vida.
La vida en sociedad exige la generación de acuerdos comunes que permitan delimitar el marco general a través del cual se encausarán las acciones públicas, las cuales serán guiadas y lideradas (en el mejor de los casos) por las autoridades políticas que han recibido el mandato popular de la representación por medio del sufragio.
Hemos de ser conscientes de que en los procesos de toma de decisiones que nos atañen y afectan a todos, existen múltiples intereses que confluyen, convergen y muchas veces difieren entre sí. Y en este proceso, el poder, conceptualizado de forma relacional, es decir, que se posee o ejerce de acuerdo con las condiciones y recursos que un determinado actor político A; tiene con relación a otro actor político B; tiene un rol fundamental en la definición de la calidad de la democracia de una nación o de cualquier otra escala local de acción política, en este caso, de los cantones.
En esta dinámica, con frecuencia el dinero tiende a constituirse como el principal objetivo de la acción pública tanto en el ejercicio de la representación como en las campañas electorales y por tanto se compran consciencias, se censuran proyectos y se pierde de vista o se deja de lado el progreso social, el desarrollo y crecimiento local y el bienestar común.
Las personas, y con justa razón, están preocupadas y ocupadas en las labores del día a día, de forma que las posibilidades reales para dedicar tiempo a involucrarse en el proceso de toma de decisiones público, son reducidas. De ahí que, en muchas ocasiones somos gobernados por personas sin la capacidad y la preparación adecuada, así como sin la experiencia necesaria y sobretodo, sin la identidad de la esencia de una persona dedicada a la política como actividad noble que es, pero denigrada y ultrajada por muchos actualmente.
Por eso, es menester, exigir de los partidos políticos, el ejercicio de la vida política y pública de calidad, sin titubeos ni consideraciones. La soberanía recae en la ciudadanía. No es un privilegio ser funcionario público, no es un reconocimiento o una premiación, al contrario, es una responsabilidad tajante, donde la constante debe ser la transparencia, la rendición de cuentas y los resultados concretos, visibles, tangibles, medibles y verificables.
Las próximas elecciones municipales brindan una oportunidad de oro para incidir no solamente en la forma de hacer política, sino para reajustar la hoja de ruta hacia el progreso de los cantones de nuestro país, no dejemos el destino de nuestro entorno inmediato en manos de personas escogidas por unos cuantos votos. Rompamos esa lógica del poder marcada por el predominio del dinero y la voz de unos pocos. Nuestro país nos merece activos, vigilantes y participantes, nuestros cantones suplican nuestra presencia, nuestra entrega y compromiso.
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