Naufragio de horror

Lic. Daniel Madrigal Sojo, abogado y periodista
El barco tricolor se incendia y está a la deriva. La oscuridad es tenebrosa. Los pasajeros de cuarta y tercera clase, que son la mayoría, tratan de salvar sus vidas. 
La solución no está en tirarse al agua, sino en proteger la nave de manera valiente y responsable.  
Mientras el naufragio está en pleno, el capitán y sus tripulantes cada vez son más débiles... Se doblan. Sus órdenes no son respetadas.  
Mientras eso ocurre, los de primera clase, brindan con finos licores y lujosas comidas. 
Cantan, bailan y despilfarran, ensimismados. Saben que sus cuentas y "derechos adquiridos" están seguros. 
También saben que los de abajo hacen lo posible por salvar a todos, en especial la nave, y que no les fallarán.  
Los de segunda clase solo miran y tratan de colarse entre los de primera. Tampoco acatan órdenes. Solo buscan espacio para disfrutar en medio del caos. 
El cuadro descrito por más abstracto que parezca, es real.  
Los magistrados, los sindicatos, los médicos con todo y su enganche salarial, los profesores universitarios y, en especial, los pensionados de lujo sabrán interpretarlo claramente.  

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