En Florida, los condados pusieron a disposición el jueves centros de distribución de sacos de arena, para colocar en las puertas en las zonas inundables, y ya se veían largas colas para comprar provisiones en los supermercados.
La televisión local mostraba estantes sin existencias y colas en las gasolineras en el centro de Florida.
En Miami, los estantes de agua y de comida enlatada en los supermercados estaban comenzando a quedarse vacíos y el ambiente era un poco frenético.
Dos argentinas que tenían el carrito de compras atiborrado de botellas de agua dijeron que era su primer huracán y no querían correr riesgos.
"Nunca se sabe", comentó Magdalena Gómez, de 57 años. "Te estresan y después capaz que no pasa nada, pero yo soy muy obediente. Si me dicen que vaya a comprar agua, yo voy, yo compro todo".
La tienda de suministros de construcción Home Depot se estaba quedando sin tablones de madera, que son utilizados por los residentes para tapiar las ventanas ante la llegada de un huracán.
"La gente ya tiene experiencia, son de Florida. No se arriesgan", dijo un trabajador de la tienda a AFP.
En Miami Beach, la turística isla barrera frente a Miami, la calle Ocean Drive -que normalmente vibra de turistas- estaba anormalmente tranquila. Los restaurantes art deco que le dan personalidad tenían mesas vacías, pero los comercios aún no tapiaban sus puertas ni ventanas.
Cristina Grand, una residente de Miami de 55 años, que vive con su familia en una zona inundable frente a la bahía de Miami, dijo que no se prepara para desalojar porque ha sobrevivido a varios huracanes.
"Ya hemos pasado tantos que prefiero pasarlo en mi casa. (...) Con (el huracán) Irma estuvimos 10 días sin luz...", recuerda.
El sur de Florida fue azotado en 2017 por Irma, un huracán de categoría 4 que dejó graves destrozos en los cayos. El año pasado, el norte de Florida fue devastado por Michael, que llegó con categoría 5.
Después de rozar Puerto Rico el miércoles por la noche, sin causar daños, Dorian se arremolinaba en el océano a 470 km al este de las Bahamas y se desplazaba hacia el noroeste a una velocidad de 19 km/h, según el boletín del NHC de las 03H00 GMT.
En Puerto Rico, la población se despertó aliviada por haberse salvado de la amenaza del huracán, que iba a ser el primer ciclón en golpear esta isla del Caribe desde que la monstruosa María la destrozara hace dos años.
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