El proyecto ahora está en el último lugar en el orden del día de la Asamblea; sin embargo, un acuerdo de fracciones podría adelantar la discusión en las próximas semanas.
“En el Plenario veremos quiénes mantienen su palabra”
La votación dividida en la Comisión de Asuntos Económicos no sorprendió a la diputada María Inés Solís, del PUSC.
La socialcristiana afirmó que ya era conocido “el fruto del lobby cooperativista y cuáles eran esas razones” dadas por los diputados que rechazaron el texto, las cuales —dijo— “no tienen sentido”.
Ante esta situación, simplemente se limitó a decir que lo importante será ver la votación en el Plenario legislativo (con los 57 diputados), de modo que sea posible ver cuáles mantienen su palabra y cuáles desisten, como ocurrió en la comisión.
“Esperaremos a que llegue al Plenario y ya en el Plenario veremos qué pasa. También veremos cuáles diputados terminan manteniendo su palabra y cuáles, al igual que los diputados que vimos este martes, sólo tiraron la piedra y escondieron la mano”.
En esa línea, agregó que le pareció valiosa la postura de la diputada oficialista Paola Vega, quien fue la única firmante del texto que mantuvo su palabra en la comisión, aparte de los socialcristianos.
La diputada Solís ha sido una de las principales abanderadas del gravamen a las cooperativas, luego de que se borrara esa iniciativa del plan fiscal y de que se rechazara una moción suya para reintegrarlo a ese texto, con los mismos argumentos que ahora se escuchan en el Congreso.
Entre ellos, la diputada Karine Niño, del PLN, aseguró que el proyecto evidenciaba “un desconocimiento profundo del modelo cooperativo”, que basa sus ganancias en los asociados y no en las mismas empresas. “No son empresas privadas”, aseguró.
Actualmente los socios de las cooperativas ya pagan un 5% sobre sus excedentes —que aumentará progresivamente en 5 puntos por la reforma fiscal—; sin embargo, algunas cooperativas no distribuyen la totalidad de sus ganancias, para capitalizar los recursos o invertirlos en otras cargas internas.
Un proyecto sumamente debilitado
Cuando Hacienda propuso gravar a las cooperativas con la misma escala que a las pequeñas y medianas empresas, en el plan fiscal, había planteado una escala de cuatro tramos.
La intención de la cartera era cobrar un impuesto a todas y cada una, según sus excedentes: del 5% hasta los primeros ¢5 millones, del 10% hasta los ¢7,5 millones y del 15% hasta los ¢10 millones. A partir de ese tope, se cobraba un 20%.
No obstante, la medida no fue viable y fracasó en el Congreso.
Este fracaso se notó primero con la eliminación de la medida en el plan fiscal y luego con el rechazo de una moción presentada por la diputada Solís, para reintegrar el impuesto.
Ante este rechazo, los jefes de fracción de PAC, del PLN, del PRN, del FA) y del PRSC acordaron “apoyar la aprobación de un proyecto de ley dispensado de todo trámite y que se votara de forma inmediata y posterior al plan fiscal”; sin embargo, esto no pasó de esa manera.
Ese proyecto es la iniciativa que ahora se tambalea, en medio de promesas incumplidas como la dispensa de trámites y su votación inmediata.
El proyecto, además, ya era algo decepcionante para Hacienda, que vio muy reducidas sus intenciones recaudatorias. El nuevo proyecto gravaría a unas 15 cooperativas, según los cálculos de la cartera, muy por debajo de las intenciones iniciales.
De hecho, Hacienda estimaba una recaudación superior a los ¢12.000 millones anuales con su primera intención, una cifra que se redujo a ¢6.000 millones con la propuesta que ahora se analiza y que podría quedar en cero ahora que existen dudas sobre su aprobación.
De cualquier manera, el expediente sigue su trámite.
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