El arte: herramienta fundamental para repensar nuestra identidad latinoamericana. (Parte II)

Máster Flor Urbina Uriarte

En la educación, según Eisner, es fundamental poder incluir la música, la danza, la pintura, el cine, entre otras manifestaciones del arte, dando un abanico más amplio a los sentidos, haciendo a la vez la educación inclusiva y respetando la individualidad de cada persona, sin masificar, sin encasillar, sin discriminar, permitiéndoles simplemente ser, ya que esto les permite tomar conciencia de su individualidad.

Ser individual, es saber que se puede ser y pensar diferente. Una educación así suena bastante peligrosa, ya que el modelo educativo que se ha implementado a partir de la revolución industrial fue concebido como parte de la estrategia para preparar la mano de obra requerida con el saber específico para los fines del mercado.

Este es el tipo de educación que aún vemos implementado en nuestros centros educativos. Niñas(os) y jóvenes preparándose para ser mano de obra según los requerimientos del mercado. Y para esto lo único que se requiere es saber leer, escribir, memorizar, aprender a obedecer sin cuestionar y competir. Tan simple como maquiavélico.

El sistema insiste en que se forma seres pensantes, analíticos y críticos; sin embargo, las clases magistrales, directivas, los exámenes que miden el conocimiento por la capacidad de almacenar información y colocarla tal cual, en un examen, la clasificación de personas según sus notas y no según su potencial individual, es solo parte del síntoma social-educativo que viven nuestras personas jóvenes.

Por otra parte, la importancia menor dada a las artes es preocupante. Es el desconocimiento absoluto, o quizá el claro conocimiento de lo que el arte significa en el ser, la verdadera razón de su menosprecio en el sistema educativo que actualmente repetimos (copiados de otros países del “PRIMER MUNDO”) en muchos de los países latinoamericanos.

El arte despierta conciencias dormidas, fomenta la criticidad, el análisis, puede desechar creencias, arrancar pensamientos implantados y crear nuevos pensamientos.

El arte permite cuestionar aquello que conocemos y hemos aceptado como verdad, nos reta a dudar, analizar y cuestionar quienes somos en realidad y quienes queremos ser. Es generador de preguntas con muchas posibilidades de respuestas, lo que estimula el pensamiento crítico.

Desde mi posición como artista, el arte (en todas sus áreas y en cualquiera de los géneros que se escriba o actúe) tiene esa finalidad: ser generador de cambio, de pensamiento crítico que pueda confrontar nuestras actuales creencias.

El arte despierta la imaginación, el análisis, el pensamiento abstracto, pone el cerebro a trabajar, provoca que el cerebro pueda hilar información, traducir metáforas, ver dobles intenciones e incentiva el yo lúdico, pero además es un instrumento fundamental para despertar la conciencia.

Sin pensamiento crítico, sin una conciencia despierta, no nos cuestionamos quienes somos, ni hacia dónde nos dirigimos, somos simplemente observadores(as) del destino que otros han decidido de antemano para nuestros pueblos.

¿Que si el arte es peligroso?

Me gustaría saber ¿qué opina usted?