Roberto Quirós es dueño de un vehículo eléctrico desde 2014. Por los últimos cuatro años, ha utilizado un Chevrolet Spark, que en promedio rinde 120 kilómetros por carga.
Con su automóvil anterior, de combustión, gastaba cerca de ¢120.000 al mes en gasolina. Tras el cambio de tecnología, dejó de gastar ese monto y su recibo de electricidad solamente incrementó en ¢30.000. Es decir, el gasto por utilizar su vehículo se redujo en un 75%.
Además del ahorro en el gasto por energía, otros costos también se reducen: no hay mantenimientos tan frecuentes en rubros como, por ejemplo, el cambio de aceite.
Quirós ya se animó a hacer una inversión en un segundo vehículo eléctrico, ahora un Ford Focus, cuya autonomía es de 200 kilómetros, aproximadamente la distancia que existe entre los parques centrales de Alajuela y Liberia.
En opinión de este usuario, uno de los mayores beneficios que ha recibido es la mejoría en su “calidad de vida”, pues son vehículos silenciosos, mucho más simples para manejar y generan menores preocupaciones en cuanto a sus gastos.
Estos menores desembolsos, a su juicio, adquieren valor en el tiempo y cuanto mayor sea el uso del automotor.
“Entre más kilómetros haga el vehículo eléctrico, más rápido se recupera la inversión”, comentó Quirós.
Con esta afirmación está de acuerdo Jairo Quirós, doctor en ingeniería eléctrica, quien coordina el Laboratorio de Investigación en Potencia y Energía de la Universidad de Costa Rica.
Desde su regreso al país en 2016, tras hacer investigaciones posdoctorales en movilidad eléctrica en Reino Unido, ha coordinado la creación de modelos de demanda y recuperación de la inversión para Costa Rica.
Quirós explicó que uno de las dudas principales que tienen los potenciales compradores de vehículos eléctricos es si su valor inicial se verá compensado en el tiempo. Esto por cuanto un automóvil básico de combustión ronda los $20.000 en los modelos nuevos, mientras uno eléctrico se aproxima a los $34.000.
En los modelos que ha elaborado el Laboratorio para asesorar a la Unidad de Transportes de la Universidad de Costa Rica, han logrado determinar cuán conveniente es el cambio de tecnología, usando como referencias los kilometrajes promedios, el costo del vehículo nuevo, el flujo estimado de gastos en mantenimientos, los costos promedio de la electricidad y los combustibles, entre otros.
“En la UCR trabajamos con fondos públicos. Por eso es necesario fundamentar técnicamente el cambio de una tecnología a otra. Necesariamente debe traducirse en eficiencia y una mejora económica, para que sea aprobado”, explicó.
El país está preparado
Investigaciones del Laboratorio de Investigación en Potencia y Energía han revelado que el país tiene las condiciones necesarias para que el parque de vehículos eléctricos siga creciendo.
Costa Rica escogió el formato tecnológico estadounidense, esto significa que todos los vehículos que lleguen deben cumplir con estipulaciones técnicas estándar.
El paso que sigue es la creación de la infraestructura necesaria para que los costarricenses puedan viajar a lo largo y ancho del país, con la confianza de que encontrarán puntos de recarga rápida, que permita cargar los vehículos en un periodo igual o menor a media hora.
Quirós explicó que después de analizar el territorio, establecieron tres etapas para la colocación de puntos de recarga. Una etapa mínima, con 34 puntos importantes (entre ellos, Liberia, Quepos y Pérez Zeledón); una etapa media, con 9 puntos de recarga más y una etapa robusta, con 4 más, para un total de 47.
El laboratorio también ha asesorado al ICE en temas relacionados con movilidad eléctrica y desde mediados de año realiza pruebas de campo en vehículos eléctricos de diferentes marcas y modelos, para evaluar sus rendimientos en arranque, velocidad y torque.
El investigador agregó que el crecimiento esperado en la flotilla vehicular podrá ser cubierto sin problemas por la infraestructura eléctrica actual, pues el incremento en la demanda está cubierto inclusive por la oferta actual.
Camino a la descarbonización
El principal lunar de Costa Rica en su lucha contra la descarbonización es el sector transporte, en el que la reducción de emisiones ha sido mínima, según estimaciones del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae).
En la cumbre COP 21, en París, Costa Rica se comprometió a reducir el 25% de las emisiones, para el 2030. Esto lo llevaría a ser uno de los primeros 5 países en el mundo en cumplirlo.
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