LA VOZ DE GOICOECHEA.- Tras someterse a cuatro sesiones de quimioterapia, los médicos le dijeron el pasado 5 de noviembre que el tratamiento fue un éxito y el domingo jugó cinco minutos contra la Liga.
Erick Marín ganó por segunda ocasión el partido más importante de todos, al derrotar al cáncer y volver a jugar con Guadalupe en la última fecha de este Apertura 2018.
Fue el 5 de noviembre cuando acudió a la última cita médica tras completar cuatro sesiones de quimioterapia y ahí escuchó de boca de sus doctores que el tratamiento había sido todo un éxito.
Cinco días después, Geiner Segura le anunció que estaba convocado para el partido contra Alajuelense. Su semblante cambió por completo y no lo podía creer. Era la segunda buena noticia que recibía en una misma semana.
Lo que este guerrero del fútbol y de la vida ni siquiera imaginaba era lo que le esperaba en el Colleya Fonseca.
Marín no salió a calentar porque tampoco se puede abusar, pero una vez que los equipos ingresaron a la cancha a falta de un par de minutos para que comenzara el partido, él cruzó la puerta del camerino y comenzó una verdadera ovación.
Antes de que iniciara el partido, los jugadores de Alajuelense llegaron a saludar y felicitar a Erick Marín.
Los integrantes de la barra guadalupana le cantaban a todo galillo y sin parar: “Lo venció, lo venció, al cáncer lo venció”... Y de forma automática los aficionados que colmaron las dos graderías habilitadas y que en un 95% eran seguidores de la Liga se pusieron de pie y comenzaron a aplaudirle.
Fue un momento muy emotivo para Erick, pero también para todos los que estaban ahí, presenciando como él volvía al fútbol.
Marín recibió el saludo de sus compañeros, quienes sacaron una manta que decía: “La batalla ha sido ganada” y él salió del banquillo de suplentes para ir donde ellos y tomarse la fotografía de rigor.
La afición de Alajuelense se volcó en aplausos para Erick Marín.
El defensor volvió a las butacas de suplentes y cuando los equipos ya estaban alineados para que Adrián Elizondo iniciara el partido, el protocolo se rompió: todos los jugadores de Alajuelense se fueron hacia donde estaba él y cada uno de los integrantes de la Liga lo abrazó, dándole de nuevo la bienvenida al fútbol.
Marín no pudo aguantar las lágrimas. Fue un partido de mucho sentimiento y mil sensaciones para él.
Aún faltaba su retorno oficial. Corría el minuto 85 y los rojinegros iban ganando con el doblete de Jonathan Moya.
El zaguero sustituyó a Fabrizio Ramírez, en un momento en el que de nuevo cayó una lluvia de aplausos, tanto de los aficionados en las gradas, como los futbolistas de los dos equipos en la cancha.
“Gracias a Dios se cumplió uno de los sueños de cuando empecé la quimioterapia, uno de mis sueños era volver a jugar, volver a estar en los terrenos de juego y el profesor Geiner me lo cumplió, al estar ahí, sentir nuevamente eso, la sensación de volver a jugar”, manifestó Erick Marín.
El momento en el que se hizo realidad el sueño de Erick Marín.
Dijo que él espera ser un ejemplo para los demás y servir para que todas las personas hagan conciencia y se chequeen.
“Especialmente a los hombres, el cáncer no tiene estado de personas, ánimo, estado social, yo me considero una persona atlética. Entreno siete días de la semana, como bien, me cuido e igualmente el cáncer no me perdonó, me atacó. Yo creo que tenemos que dejar un poco el machismo y decir que ese examen no me lo van a hacer a mí”, citó.
Y agregó: “Son tres segundos importantes en nuestra vida y sí les digo que se hagan la prueba, no solo esa, sino la testicular que fue lo que sufrí yo, cáncer de testículo con metástasis a nivel abdominal, que fue el riñón el que se golpeó un poco”.
Erick Marín volvió a portar la cinta de capitán de Guadalupe.
Contó que tampoco se pregunta por qué le ocurrió eso a él.
“Hoy en día disfruto de todo lo que me pasó, la verdad son cosas valiosas, Dios le da a uno cosas fuertes para hacerse más grande y agradecerles y que hagan conciencia, que se revisen y tres segundos le pueden salvar la vida”.
Las lágrimas que derramó las dos veces cuando lo diagnosticaron con cáncer quedaron en el pasado y aseguró que en este momento siente una gran felicidad.
“El sábado vine como un día normal, a ver a mis compañeros y le dije al técnico que si podía entrenar. Me respondió que sí. Cuando terminó la práctica me dijo que iba a estar convocado y yo me asombré”, relató.
“Se me vinieron muchas cosas a la cabeza, cuando salí y ver a todo el mundo aplaudir son cosas inexplicables, no tengo las palabras que decir lo que sentí. Fue tan increíble porque no lo esperaba, desde el tratamiento, desde que se hizo público no esperé tanto apoyo”.
"La batalla ha sido ganada" decía la manta de los guadalupanos.
Fue un día que jamás olvidará, un partido que lo llenó de ilusión por el significado de sentirse futbolista de nuevo. Inclusive, desde La Doce (barra de Alajuelense) también le cantaron: “Marín, Marín, Marín...”.
“Este domingo al estar ahí fue increíble, me siento más emocionado que cuando jugué la primera vez. Llevo la mitad de mi vida haciendo esto y me sentí como en las nubes, es algo inexplicable”.
Lo que sí sabe es que ese instante en el que volvió a jugar y que hasta por poco sorprende a Patrick Pemberton lo coleccionará como uno de sus mejores momentos en el fútbol.
“Es el mejor día, yo creo que no lo voy a olvidar nunca, fueron como cinco minutos, de los cuales mis piernas se hicieron de este tamaño (grandes) y la sensación que sentí, entrar a la cancha y ver a todo el mundo aplaudir y a mis compañeros, yo creo que eso no tiene precio”, recalcó.
La cómplice que hizo realidad el gran sueño de Erick Marín
María del Mar Aguilar tomó la decisión de raparse luego de ver que su pareja perdió el cabello a causa de la quimioterapia.
Desde un palco, María del Mar Aguilar sabía que su esposo Erick Marín iba a vivir el día que tanto había esperado en estos meses.
“Yo se lo había dicho a él porque esto lo planee yo. Hablé con las dos barras inclusive. El jueves estábamos en el gimnasio y yo le dije que hiciera menos cargas y él no quería porque yo soy sobreprotectora y pensó que era eso. Entonces solo le respondí que me hiciera caso porque le tenía una sorpresa. El viernes en la noche le dije que jugaría el domingo”, contó Aguilar.
Tampoco le creyó. Horas después lo convenció de que le mandara un mensaje a Geiner Segura preguntándole que si podía llegar a entrenar el sábado.
“Le dijo que sí y se fue a entrenar. Al terminar, me llamó y me dijo: ‘Princesa sí era cierto lo que usted me dijo, voy a jugar, me convocaron, seguro no juego mucho, pero estaré en la banca y voy a estar ahora sí en lo mío, voy a tener los pies en la cancha’. Ya este domingo estaba como chiquito con juguete nuevo", relató.
Fue una mañana muy intensa para ellos, porque Erick le decía a María del Mar que ya casi era la hora del partido, que faltaba poco, que quería que llegara ese momento pronto.
“Si él estaba emocionado, yo estaba el triple de emocionada, porque es una batalla dura de ganar. Yo viví todo el proceso, desde antes, durante y ahora el después. Sé el absolutamente todo, sus peores y sus mejores momentos y entonces esto era algo que él soñaba”.
Recordó que ese 5 de noviembre cuando salieron del consultorio, ella le dijo que había olvidado el teléfono.
“Cuando me devolví era para hacerle las consultas respectivas al doctor, hablé con él, le dije que si podía planearle este regreso como algo simbólico y me dijo que sí, que no había problema. Ahí fue cuando llamé al profe, que todo estaba en luz verde y que sí podíamos hacerlo”.
Erick Marín volvió y esperar jugar muchos partidos.
En este momento, él puede hacer actividad física, pero con medida.
“No puede exponerse a lo que él hacía antes, como sus tres horas de gimnasio, ahora debe hacer menos, también levantar peso de poquito a poquito. No puede mezclarse con gente, ni recibir sol, ni viento, ni lluvia. Le dieron de alta la mitad, debe tener ciertos cuidados hasta el próximo año que le hacen otros exámenes para ver si ya le dan de alta por completo”.
¿Qué ha sido lo más difícil de esto? Ella lo piensa y responde: “Verlo llorar, sentirse como se sentía y muchas cosas que me dijo que me partieron el alma, creo que eso fue lo más duro. La fe nunca se perdió, la fe siempre estuvo puesta en Dios, pero con los pies sobre la tierra de que podía pasar cualquier cosa”.
La primera vez que le diagnosticaron cáncer, él la llamó y le dijo que lo internaban a las 5 p. m., algo que la sorprendió por completo, porque ni sabía de qué le estaba hablando.
“Yo tenía tiempo de decirle que se fuera a ver y me respondía que no. Cuando me hizo esa llamada, fue diciéndome ‘me internan a las 5 p. m. porque tengo cáncer’ y yo ¿cómo? Yo estaba en San José y él en Limón. Agarré un taxi y me fui para la parada”.
“Se había ido el último bus y lo perseguí en el taxi hasta que el taxista se le atravesó y yo desesperada le dije: 'Señor, mi esposo se está muriendo y necesito que por favor me lleve porque tengo que ir al Hospital de Limón. El chofer muy amablemente me abrió y me monté y me fui. Llegué a Limón como a la medianoche”.
Abarca indicó que la segunda vez que lo diagnosticaron con cáncer, fue algo que no esperaban.
“Como teníamos la experiencia pasada, ya sabíamos a lo que íbamos. La vez pasada fue un proceso en el que no pasamos ni la tercera parte de lo que vivimos ahorita, porque esta vez fueron días enteros de hospital, de durar una semana completa los dos internados, porque yo pasaba en el hospital. Todos los días pedí permiso en el trabajo”.
Hubo un día en el que ella lo tranquilizó, porque le dijo que esa enfermedad era una cruz con la que cargaban los dos, no solo él.
“Lo que pasa es que él en algún momento dudó de que si yo lo iba a dejar y de una vez le respondí que jamás, que si Dios nos puso esto fue para enfrentarlo juntos. El cortarme el cabello fue terrible para mí porque nunca lo había tenido corto y yo me sentía horrible”.
Ella se rapó, como un acto de solidaridad con Erick, quien iba a perder el cabello y las cejas por la quimioterapia.
“Yo lo hice y me vi y dije qué voy a hacer y pensaba que él me iba a decir que qué fea me veo y yo llegué y me dijo: ‘Eres la pelona más hermosa que he visto’. Yo lloraba y me ayudó a quitarme eso que sentía, ese miedo de verme así yo también. Pero aquí estamos, los dos en el estadio. Él jugando y yo apoyándolo, como siempre”.
Para Erick y María del Mar, el partido de la vida continúa y lo van ganando.
FUENTE LA NACION
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