“Parece empeñado en exterminar a quienes no compartimos su ideología. Nos persigue despiadadamente para lo que se apoya en paramilitares y policías”, dijo la mujer en referencia al presidente nicaragüense Daniel Ortega, protagonista de la crisis política que ya supera los 300 muertos desde que comenzó el 18 de abril.
Aquel fue el día de la primera protesta contra una reforma al régimen de pensiones, que derivó en reclamos para exigir la salida de Ortega, quien ya advirtió que se mantendrá en la Presidencia hasta que concluya su mandato, en enero de 2022.
Rosibel Rojas es una de muchos que optaron por “esconderse”, como ella dice, en su vecino país (Costa Rica) para salir con vida de la ola de violencia.
Sin documentos
El grueso de los migrantes ingresa sin documentos por el pequeño caserío de La Trocha de Los Chiles donde se asemejan hormigas caminando si rumbo.
Hombres como Juan Robleto tienen familiares en Cartago, mientras que Emerita Espinoza y su familia no conocen a nadie ni en la zona norte ni en la Gran Área Metropolitana (GAM). El viernes, cuando entraron, no sabían qué camino tomar.
Los lugareños estiman en alrededor de 100 los que llegan diariamente aunque han habido días en que la cifra es mayor.
Sin refugios
Aquí no hay refugios como ocurre en La Cruz de Guanacaste o en Golfito, según informó la Cancillería el 19 de julio. Entre los dos, pueden recibir 2,000 personas.
“Hay un aumento que podría llegar a una crisis. Si llegamos a 5,000 personas que ingresan por semana, estaríamos hablando de crisis, estamos por debajo de 3,000”, explicó aquel día la canciller costarricense, Epsy Campbell.
Sin embargo, nadie contabiliza los que entran por Los Chiles.
Otro efecto de esta crisis se ve en las afueras de la Dirección de Migración y Extranjería, donde miles hacían fila para pedir refugio, aunque muchos solo pretendían regularizar su estatus, pues llevan tiempo en el país.
Cambia el pueblo
La Trocha muestra hoy un movimiento inusitado de gente, entre ellos improvisados comerciantes y vendedores de carne asada.
De hecho, la demanda de carne se incrementó tanto que es común oír chillidos de cerdos cuando están por degollarlos al aire libre, sin controles sanitarios.
“Vendo no menos de 100 gallos a 1,000 colones cada uno y en poco tiempo”, dice orgullosa Teresa Anchía, quien admite que el conflicto ha mejorado su situación económica.
Este éxodo también favorece a taxistas informales que cobran 3,000 colones por persona, para trasladar a los desplazados hacia el centro de Los Chiles, desde donde pretenden llegar a Ciudad Quesada y luego al Valle Central.
Sin autoridades
La Trocha es un pacífico hervidero donde la ausencia de la Policía de Fronteras es muy notoria como al otro lado de la línea divisoria lo es la del Ejército y la Policía nicas.
Algunos campesinos sospechan de la presencia camuflada de paramilitares para hacer trabajo de espionaje, para atacar cuando lo consideren necesario. Por ahora, es solo sospecha.
La Trocha es un caserío del distrito primero del cantón de Los Chiles con escasas fuentes de trabajo, mucha pobreza y pegado a territorio nica.
Con su nombre se conoce popularmente la ruta 1856 o carretera Juan Rafael Mora. Aquí hay una escuela de 176 alumnos, de los cuales el 90 por ciento viene de Santa Rosa de Nicaragua y de lunes a viernes cruzan la frontera para ir a clases.
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