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Panamá desafía a Costa Rica

LA VOZ DE GOICOECHEA.-       Panamá piensa construir un ferrocarril moderno hasta Paso Canoas. Es un desafío porque ¿podría Costa Rica, junto con los otros países centroamericanos, unirse al plan y continuar el proyecto hasta México?

Panamá ha lanzado un desafío a Centroamérica, especialmente a Costa Rica, su país centroamericano vecino, del cual hasta el momento los costarricenses nos hemos hecho los desentendidos, posiblemente atrapados en la indignación por nuestra cuestionada gestión pública en sus diferentes dimensiones y la enredada campaña electoral; craso error: nunca debemos dejar de pensar en lo estratégico, y desarrollar, al respecto, una visión y políticas de Estado consecuentes.

Panamá, que ya es parte de la llamada metafóricamente Ruta de la Seda, piensa construir un ferrocarril moderno hasta Paso Canoas, en la frontera con Costa Rica.

Para los que no tienen claro el concepto Ruta de la Seda, el término se refiere al trayecto que seguían los comerciantes entre China y Europa en el siglo I a. C., privilegiando la seda como exportación oriental.

Ahora, los chinos han planteado una nueva Ruta de la Seda, a los niveles tecnológicos actuales y pensando en los del futuro, con amplias ramificaciones y facilidades para el comercio en sus diferentes tramos.

Panamá, con su canal y ubicación, ya es parte de ella y el reto que ha planteado —sin decirlo, pero que por su propio peso cae— a Centroamérica es el de continuar ese ferrocarril hasta México; de lo contrario, el que se planea servirá marginalmente.

Proyecto antiguo. Desde mis tiempos como director ejecutivo de la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica y Panamá (Fedepricap), entre 1987 y 1994, y posiblemente antes, se viene hablando de un ferrocarril centroamericano de doble vía, ultrarrápido y con pocas escalas, como un emprendimiento clave para la integración regional.

Lo es y por múltiples razones prácticas que no es necesario mencionar en detalle (por ejemplo, uso de la energía eléctrica, desalojo de carreteras etc., etc.), excepto una: crea la interdependencia económica que hace de Centroamérica una región integrada, como lo plantea el Protocolo de Tegucigalpa a la Carta de la Organización de Estados Centroamericanos (Odeca).

El reto es enorme, pero es plausible en condiciones normales, y necesario desde una perspectiva estratégica. ¿Cómo vamos a quedar fuera de la Ruta de la Seda o pretender siquiera ser parte de ella endosándole el desastre de nuestra logística regional, sobre la que, dicho sea de paso, se pronunciaron enviando un SOS nuestros gobernantes en la recién celebrada Cumbre de Panamá?

Sin embargo, no es posible pensar que Costa Rica, ahora endeudada para financiar salarios y prebendas relacionadas, tendrá las posibilidades financieras, legales, de planificación, así como de gestión pública y privada, para poner su parte, como se hizo con la carretera Panamericana en otros tiempos, en la construcción y operación de ese ferrocarril.

Pero tengamos en mente que no hemos podido ni siquiera terminar la avenida segunda, ni el primer anillo de Circunvalación (del segundo se hablaba entre 1978 y 1982, cuando este servidor era viceministro de Planificación y ya no es posible llevarlo a cabo como se planeó), ni Boruca, ni la carretera a San Carlos, un tramito; el proyecto del ferry centroamericano lo encallamos, duramos no sé cuantos años para completar Piñuela-Barú y el cuestionado pedacito Chilamate-Vuelta Kooper; duramos dos años construyendo un paso a desnivel en San Sebastián y lo hicimos mal; en San Salvador, hacen “montañas rusas” en seis meses y quedan bien. ¿Y la platina? Panamá en pocos años ha hecho casi que un nuevo canal, un metro urbano que ya va por su tercera etapa, un “aeropuertazo” y decenas de enormes edificios.

Cambio de mentalidad. Costa Rica puede, pero debe cambiar radicalmente su forma de pensar, organizarse y actuar, empezando por dejar de pensar en chiquitico.

Debemos escoger diputados probos, realmente preparados en las diferentes disciplinas de la actividad humana, pero con sentido integral. Igual con la jerarquía gubernamental: necesitamos excelentes gestores y gerentes, con comprensión de lo que es “la cosa pública”.

El Poder Judicial, hoy con razón ya no cuestionado, pero acusado, tiene que cambiar radicalmente. Y, por supuesto, el sector empresarial, especialmente los grandes empresarios deben arriesgarse más, asimismo los sectores laborales y cooperativistas en sus diferentes dimensiones.

Debemos actuar todos más en función de los intereses estratégicos nacionales, que como gremios, pensando solo en sus intereses cortoplacistas. Creo que allí está la llave. Disculpen la franqueza.





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