Turismo

El mar de Puntarenas esconde este brillante espectáculo

SE NECESITA OSCURIDAD TOTAL. HASTA LA LUNA ESTORBA SI SE QUIERE DISFRUTAR DE ESTE FENÓMENO PESCADORES DE PAQUERA VEN EN EL TURISMO UNA NUEVA FORMA DE DARLE DE COMER A SUS FAMILIAS

LA VOZ DE GOICOECHEA.-   La Isla San Lucas, Negritos y Cedros se dejan ver mientras se llega al destino: Isla Jesusita.



Guarde el celular. El flash no sirve y, por el contrario estorba, al igual que la luz de la luna. La idea es estar en la oscuridad total para empezar a ver las joyas que esconde este sector del Pacífico costarricense, en las cercanías del Golfo de Nicoya.

“Estas son las experiencias en las que uno apaga el celular y vive”, dice una de las turistas de la lancha, mientras con su mano surca el agua y ve cómo pequeñas luces quedan pegadas a su piel…

“Apaguen todas las luces para que vean bien”, repite el guía turístico Ronald Montero a los inquietos tripulantes que tratan de captar el momento con su celular, aunque ya se dieron cuenta de que eso es casi imposible de lograr.

Se llama bioluminiscencia: la capacidad que tienen algunos organismos vivos para convertir la energía química en luz, similar a lo que sucede con las luciérnagas. En este caso ocurre en el mar y se trata de seres microscópicos.

Entonces, cuando miles de bacterias se unen, el mar se llena de estrellas y brilla. Bajo un cielo encapotado, lo que no falta es luz; luz natural de los pequeños seres que se encienden cuando cae la oscuridad.

Un destino más

A mediados del 2016 fue cuando don Ronald Montero vio en la bioluminiscencia otra forma de explotar el atractivo turístico de esta zona, ubicada en las cercanías de Isla San Lucas, mejor conocida como la Isla de los Hombres Solos. También se encuentra cerca de la Reserva Biológica Guayabo, Isla Negritos, Cedros y algunos islotes.

“Lo que teníamos que buscar era algún lugar para que la gente acampara luego de hacer el tour de luminiscencia”, comentó.

Pescadores de la zona vieron que el turismo tomaba fuerza y encontraron en la bioluminiscencia una forma más de atraer personas. Algunos de ellos dejaron del todo las mallas y los barcos pequeños. Entonces se armaron de embarcaciones más equipadas que permitieran el traslado de pasajeros. 

Si usted viaja desde la capital no durará más de 2 horas en llegar al muelle turístico de Puntarenas del Instituto Costarricense de Turismo (ICT). Aquí se toma una embarcación que en 40 minutos lo lleva hasta Isla Jesusita, donde se acampa luego de disfrutar del espectáculo: sí, el mar brilla por la noche, se enciende y se torna azul brillante, como su tuviera cientos de bombillos dentro.



Don Ronald Montero encontró en el 2016 una fuente más de trabajo: los tour de bioluminiscencia.

“Uno, como hombre de mar, cuando uno sale a pescar y termina en la noche, ve la estela que se forma en el motor… ya eso uno lo sabe. Hacía falta demostrarlo y darlo a conocer como una innovación turística, como se promociona en otros países”, añadió Montero.
Dudas rodean el fenómeno

Algunas dudas rodean el fenómeno de la bioluminiscencia. Una de ellas es por qué estas bacterias tienen la capacidad de brillar, es decir, cuál es su función. Tampoco se sabe si estos seres microscópicos producen la luz por sí solos o si necesitan de condiciones específicas.

Luis Vega, académico y biólogo marino de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) explicó que hay varias hipótesis que tratan de encontrar la respuesta de estos acertijos. Por ejemplo, se dice que estas bacterias son consumidas por algunos animales, como los camarones pequeños, para que luego estos alumbren y sean encontrados por sus depredadores. 

“Ecológicamente es como extraño porque ¿cuál organismo se expone para que lo puedan depredar? Hay que investigar más cuál es la función“, explicó Vega.

Costa de la Isla Jesusita, en Puntarenas

La bioluminiscencia se puede presentar en cualquier playa, bajo ciertas condiciones todavía no tan claras. Sin embargo, Isla Jesusita es uno de los puntos que los gestores turísticos tienen más identificados.

“Nosotros lo que hacemos es esperar la luna nueva y tratamos de buscar al grupo de personas que vengan a ver lo que pasa”, añadió Montero.

Un proyecto en la Estación de Biología Marina de la UNA también estudia dicho fenómeno. Bajo el nombre “Distribución y abundancia de bacterias luminiscentes y su potencial como indicador de contaminación en el Golfo de Nicoya” tratan de dar una explicación a este espectáculo. La iniciativa está a cargo de Vega y de su colega Carolina Marín.

En relación a la contaminación, los investigadores tampoco han encontrado un ligamen directo. 

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