Comentario

Iris Zamora
En medio del despilingue…

Lo del PLN fue feo, muy feo, pero no juzgaré su jugada político-religiosa, quizá sus analistas y estrategas les mostraron que capturar votos de los no liberacionistas es muy difícil. La opción es buscar el voto religioso, especialmente de las iglesias cuya influencia sobre sus fieles es más enérgica y vertical. Ignoro si esa “jugada” les resultará. Allá ellos si decidieron cambiar la progenitura por un plato de lentejuelas… (¿Oropel?).

Hace algunos años el querido Marco Aurelio Castro, hoy en el cielo, directivo de Saprissa, calificó a los directivos de la Liga de “pollitos” cuando de camino para la Alajuela interceptaron a “Winyi” Robinson, jugador de Limón, y lo ficharon. Algo así esta pasando con el FA, mordieron el anzuelo de sus furibundos adversarios, optaron por la implosión y ahí están, ¡de pollitos!

Pero más allá de las embarcadas de algunos, el silencio de otros y la vergüenza de muchos, el día primero de mayo, ocurrió un hecho que fue invisibilizado, con excepción de RTNoticias del SINART.

La homilía de monseñor José Rafael Quirós, arzobispo de San José, fue un hermoso rayo de luz en medio de ese pantano que vimos desde Cuesta de Moras. A poco más de un kilómetro, en la Catedral Metropolitana, el prelado nos recordó la década de los 40 cuando otro arzobispo, Monseñor Víctor Manuel Sanabria, reconociendo que la Reforma Social del Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia corría peligro por la feroz campaña negativa de la entonces oligarquía cafetalera, decidió aceptar la invitación del Presidente y desfilar junto con el Lic. Manuel Mora, miles de mujeres, jóvenes, obreros y trabajadores, para mostrar unidad en torno a la Reforma Social; amenazada en los últimos 30 años por la corriente neoliberal que se enquistó en la actual clase política.

El 1° de mayo, Monseñor Quirós, en su homilía, que hace referencia al tiempo pascual, que vivimos los católicos; menciona en varias ocasiones las palabras unidad, bien común, solidaridad, comunión, apertura, fraternidad. Al igual que Sanabria advierte que estos son “momentos decisivos para el país”, sugiere que “creyentes o no, el bien común y la solidaridad es una tarea que toca a todos, dado que estamos llamados a responder a las profundas necesidades del ser humano, y en particular, a los que habitan en el territorio patrio”. Insiste “Es urgente sentirnos involucrados en la búsqueda del bien común, que se coloca por encima del bien particular”.

Ingenua quizá —como recientemente me llamó un periodista de La Nación, mientras me amenazaba en las RRSS— me pareció maravilloso que la Jerarquía de la Iglesia católica, abandone el claustro y se refiera a temas vitales para la paz social del país. Sé que no faltaran los que en nombre de “laicidad”, los conminen a las sacristías. Me gusta ver a esa Iglesia cercana a la misma gente, a la que Jesús fue cercano.

El Arzobispo de San José se refirió de manera puntual a la crisis de la Caja. Llamó al diálogo, para “rescatar, sanear, y fortalecer el fondo de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM)”. Lo que más me impresionó fue el valor de hacerse preguntas que algunos nos hacemos en silencio, preguntas que fueron ignoradas en la opinión pública. La responsabilidad de la divulgación de la homilía, no es exclusiva de la prensa; los partidos políticos, especialmente los que suelen hablar en sus documentos de bien común, o se autodenominan sociales y cristianos, guardaron absoluto silencio. Ni una sola mención a este extracto de la homilía en la Catedral Metropolitana: “Ante la situación actual del IVM hay preguntas —dice el Obispo—. ¿Quién o quiénes son los responsables de la misma? ¿Qué provocó esto? De haber responsables, ¿se han sentado responsabilidades? ¿Qué se está haciendo? ¿Cómo se puede resolver la crisis financiera actual?”. Y se refiere a la decisión de la Junta Directiva de la Caja, de aumentar un 1% de la cotización de los trabajadores. “¿Ese 1% de aumento será objeto de discusión? Hay quienes se preguntan, ¿no hará falta un cambio de mando en la conducción del sistema?”.

Por menos que eso monseñor Augusto Thiel fue expulsado del país por Próspero Fernández en 1884. En 1893, un año antes escribió la Carta Pastoral “Sobre el Justo salario de los obreros y artesanos”, evidentemente enfureció a los que no creían, en el justo salario. Cuando monseñor José Rafael se hacía estas preguntas desde el púlpito, no podía evitar pensar en la presión que recibirá de esos sectores que hoy no lo podrían expulsar del país, la Constitución lo impide, pero que tienen suficiente poder e influencia para presionar y exigir que “suavice” sus cuestionamientos.

Nos sumamos a esas preguntas, la diferencia es que monseñor Quirós, representa una institución que desde 1891 cuando León XIII escribió Rerum Novarum, ha venido hablando de la situación de los trabajadores y obreros del mundo. De la “cuestión social”.

Con los aciertos y desaciertos de la Iglesia, su Jerarquía, aún tiene autoridad, para evidenciar las desigualdades, las injusticias, la exclusión, y reclamar en nombre de ese bien común, manoseado por los dirigentes políticos, una sociedad más justa, más humana, más inclusiva y solidaria, con los más vulnerables, los excluidos.

Las preguntas de monseñor José Rafael Quirós, deben tener una respuesta casi inmediata, y profusamente amplia. Deberían asumirlas como suyas los órganos de control del país. Él no se debe quedar solo. Es nuestra obligación continuar escribiendo sobre este texto.

Un joven Carpintero de Galilea, en algún momento de su corta vida nos recordó, “la verdad os hará libres”; por ahí queremos caminar, buscando la libertad.



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